Sunday, April 29, 2012

La Colonización de Sonora


Todos reconocemos el pasado. Sin embargo, es poco lo que en realidad sabemos acerca de cómo se realizó la penetración hispana a nuestro Estado de Sonora. Por eso es que, intentando resolver esta situación, escribo ahora estas líneas.

Después de la caída del Imperio Azteca en 1521 ante las armas de Hernán Cortés, a finales de ese mismo siglo los españoles ya habían penetrado hasta el actual Estado de Sinaloa. Por entonces, el motor de las conquistas eran las empresas o expediciones privadas, financiadas por alguien que conseguía el permiso para penetrar a lo desconocido y alimentadas por la esperanza de, al igual que como había sucedido en el altiplano central, también aquí encontraran enormes riquezas.

El primer europeo en cruzar Sonora fue Alvar Núñez Cabeza de Vaca, un náufrago de la expedición de Pánfilo de Narváez a la Florida quien después de ocho años de épico viaje, en 1536 llegaba a Sinaloa, la región más norteña conquistada hasta entonces por los españoles, después de pasar, parece ser, por el actual Estado de Sonora. Se deduce que pasó por Sonora debido a las descripciones del medio natural que hizo, así como por su mención de un lugar en donde le dieron "seiscientos corazones" de venado para comer. Acompañándolo iba un morisco, de nombre Estebanico.

Su regreso provocó que el Virrey de Nueva España enviara ahora al fraile Marcos de Niza a investigar la región, y para guiarlo fue escogido Estebanico. Este sería muerto por los indígenas, aunque al regreso de Fray Marcos, narró haber visto grandes ciudades desde la distancia, lo que generó un enorme entusiasmo.

El Virrey, Antonio de Mendoza, organizó entonces otra expedición, encabezada ahora por Francisco Vázquez de Coronado, y como guía fue escogido el mismo Fray Marcos. Esta expedición cruzó también el territorio sonorense, y en o cerca del lugar en donde le habían dado los corazones de venado a Cabeza de Vaca, fundó el pueblo de San Gerónimo. Y aunque llegó hasta el territorio del actual Nebraska, no logró encontrar  ningún tesoro. El desaliento provocado por la falta de noticias positivas ocasionó que el financiamiento privado de nuevas expediciones se secara, y no fue sino hasta que la Corona Española y la Iglesia llegaron  a un acuerdo entre sí, a través del cual la Corona financiaría a misioneros que realizaran la conquista pacífica de los territorios desconocidos, que se reanudó el esfuerzo de penetración español  al noroeste novohispano.

Y aquí es necesaria una pequeña disgresión explicatoria. Debemos agregar que los misioneros no tenían una perspectiva localista, ya que no veían a los pueblos aislados, individuales, sino en relación con su pertenencia a regiones, o Rectorados como les llamaron.

Así, las primeras entradas misionales a Sonora se originaron desde Sinaloa: para 1614 los misioneros Jesuitas habían penetrado al delta del río Mayo y para 1619 al del Yaqui y dos años después fundaban las misiones de Tecoripa y Cumuripa, mientras que para 1622 las de Macoyahui, Onavas, Movas y Nuri y para 1627 llegaban a Sahuaripa, Bacanora y Avivechi , y un año después a Tónichi. De esta manera surgieron los Rectorados de Nuestro Padre San Ignacio de los Ríos Yaqui y Mayo (1 en el mapa adjunto), y el Rectorado de San Francisco de Borja (2 en el mapa adjunto).

En 1629 fundaban las misiones de Mátape, Nácori y Batuc, y para el 36 llegaban a Tepache, así como al río de Sonora, ya que ese mismo año fundaron Ures. Para 1638 habían penetrado al río San Miguel y fundaron Nacameri (actual Rayón), aunque sobrevino en seguida una pugna con un grupo de Franciscanos que habían sido llevados por Pedro de Perea al río de Sonora.

En 1644 los Jesuitas fundaban Oposura y Cumpas, para penetrar aceleradamente después a lo largo de ese río, ya que un año después habían fundado Huásabas, Óputo (actual Villa Hidalgo), Techicadéguachi, Bacerac, Bavispe, Huachinera, Nácori y Bacadéhuachi. Así surgió el Rectorado de los Santos Mártires de Japón, en el Noreste del actual Sonora (3 en el mapa adjunto).

Habiéndose aclarado la pugna con Pedro de Perea acerca de las misiones de los ríos de Sonora y San Miguel, en 1646 los Jesuitas fundaban Sinoquipe y un año después entraban al río San Miguel, a la región donde viviera Perea, y fundaron las misiones de Cucurpe y Tuape. Así nació el Rectorado de San Francisco Xavier en los ríos de Sonora y San Miguel (4 en el mapa adjunto). Estas misiones por muchos años fueron la frontera no sólo de la Opatería sino de la penetración europea al noroeste de Sonora. En seguida, el esfuerzo de penetración Jesuita se dirigió a reforzar lo conquistado en la región serrana sonorense, y en 1654 fundaron las misiones de Cuquiárachi, Cuchuta, Teuricachi y Tevidéhuachi; mientras que veinte años después las de Yécora y Rebeico.

No fue sino hasta 1687 cuando llegaba el misionero Eusebio Francisco Kino en que nuevamente revivió, con toda fuerza, el esfuerzo misional, ahora dirigido hacia el noroeste del actual Sonora, con la fundación de unas 26 misiones en la Pimería Alta y el nacimiento del último, Rectorado de Nuestra Señora de los Dolores (5 en el mapa adjunto).

Sin embargo, en 1767 fueron expulsados los Jesuitas de todos los dominios españoles, y un año después llegaron los Franciscanos a reemplazarlos. El sistema misional, sin embargo, había cambiado para entonces, ya que la orientación del gobierno español no era conservar el modo de vida indígena, sino incorporarlos al sistema establecido por los europeos, y en consecuencia los privilegios de los Franciscanos eran menores que los que habían tenido loe Jesuitas. Así, los  nuevos misioneros se dedicaron principalmente a construir y reconstruir los templos misionales, que son las antiguas iglesias que actualmente encuentra el viajero.

Con el advenimiento del siglo XIX, la secularización del sistema misional se dio en épocas distintas para diferentes regiones de Sonora, aunque acompañado del movimiento de Independencia de nuestro país.  Vendría después hasta mediados de ese siglo XIX un periodo de guerras intestinas en Sonora, como la guerra de castas, y después sobrevendría la intervención europea. No fue sino hasta el Porfirismo, a finales de ese siglo XIX, que Sonora despertó como una fuerza económica, y su desarrollo estuvo basado en la minería y ferrocarriles.

Sobrevendría después la revolución, que se tradujo en la nacionalización de lo construido durante el Porfirismo, y actualmente vivimos el periodo posrevolucionario, cuando nuevamente surge la empresa privada como agente principal de cambio.

Sunday, April 22, 2012

Si Villa hubiera ganado la batalla de Celaya


Este artículo me fue inspirado por la visita a Nogales, hace unos días, del historiador duranguense Gilberto Jiménez, quien me obsequió varios libros de su autoría, todos acerca de Pancho Villa y Durango, además de otro más, el último que ha escrito Ricardo Raphael, “El Otro México,” en el que el autor habla de la vida cotidiana actual en los Estados del noroeste mexicano.

Durante la visita del licenciado Jiménez sostuvimos una plática muy,  extremadamente muy fructífera; llena de remembranzas históricas y de planes para el año próximo en que se conmemora el 450 aniversario de la fundación de Durango, evocación que sus ciudadanos intentan festejar adecuadamente; y así como éstos, tocamos también muchos otros asuntos históricos más, entre los que estuvo el de las posibilidades históricas irrealizadas, el imaginarnos “cómo sería México si hubiera o no sucedido ésto o aquello...” Y precisamente hablando sobre ese tema es que empezamos a discurrir acerca de cómo fuera nuestro México actual si Villa no hubiera perdido las batallas de Celaya, combates que ocurrieron este mismo mes de abril, pero de 1915, batallas que definieron el final del villismo como fuerza nacional bélica.

Poco antes de este enfrentamiento decisivo, aunque ya después de la traición por Huerta al presidente Madero, la que había provocado a su vez el levantamiento de distintos grupos contra su usurpación, los que después se aglutinaron en dos facciones, la Constitucionalista y la Convencionista, estas facciones iniciaron una contienda por lograr la primacía en México. Y así ocurrió que el movimiento Constitucionalista, encabezado por Venustiano Carranza, a quien apoyaba miltarmente el grupo sonorense que ya dirigía el General Alvaro Obregón, se encontraba en franca desventaja en su lucha contra los Convencionistas, representados a su vez por el Presidente Roque González Garza, que era a su vez auxiliado en lo militar por Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Aquí, por ejemplo, en Sonora, la balanza se inclinaba por entonces hacia los Convencionistas, representados estatalmente por José María Maytorena.  Un reporte militar estadounidense de ese mismo mes de abril estimaba que las fuerzas maytorenistas sonorenses andarían en alrededor de 5,230 hombres contra 3,500 de los carrancistas, e igualmente en  armamento los maytorenistas dominaban, ya que tenían 15,500 rifles y 8.5 millones de balas, contra 5,300 rifles y 5.2 millones de balas de sus oponentes. Y aún en la dimensión de lo musical, hay que recordar cómo la Marcha Club Verde, escrita por Rodolfo Campodónico en contra de Díaz, así como su Viva Maytorena, se habían convertido en los himnos no oficiales de los sonorenses. Todas ellas pruebas de que los sonorenses, y los nogalenses entre ellos, se inclinaban por Villa y por Maytorena en la guerra de facciones que ya se veía venir en el país.

Bajo estas premisas, platicamos también el Licenciado Jiménez y un servidor en nuestra conversación de esa tarde acerca de las probables causas de la derrota de Villa en las batallas de Celaya: de si el Centauro hubiera atacado sin tomar en cuenta las características del terreno aledaño a Celaya, características que habrían sido aprovechadas al máximo por Obregón; igualmente cubrimos el tema de si las balas que le fueron vendidas a Villa eran defectuosas como lo recuerda uno de los combatientes, José López: “traían balas de madera, con el casquillo de cobre niquelado, pero de madera por dentro… parque que no caminaba más de veinte metros, veinticinco metros.”

Pero regresando a la geografía sonorense, también hablamos de la derrota que le infringiera Plutarco Elías Calles a Pancho Villa en Agua Prieta después de la derrota de Celaya, combate que seguramente no  habría ocurrido si Villa hubiera ganado en Celaya. Entonces surgió el tema de la animadversión que provoca actualmente la figura de Villa en nuestro Estado cuando se recuerdan los hechos de venganza que llevaron por entonces a cabo los villistas; hablamos de la toma y saqueo generalizado de Nogales por fuerzas villistas en noviembre de 1915, así como del principal motivo de rencor sonorense, la masacre de San Pedro de la Cueva, cuando cerca de un centenar de sus ciudadanos fueron fusilados por órdenes directas de Pancho Villa; igualmente tocamos la incursión armada de fuerzas villistas a territorio estadounidense, a Columbus, Nuevo México, a la que seguiría la expedición punitiva que persiguió infructuosamente a Villa durante meses de aquel ya lejano año de 1916. Nada de ésto habría ocurrido de haber ganado Villa en Celaya. Fue, así, una tarde llena de remembranzas históricas combinadas con el imaginarnos posibilidades irrealizadas que gradualmente van siendo borrados de nuestra memoria colectiva.

La luz solar nos decía que ya estaba cerca el final de ese día, aunque no deseando concluir esa conversación cambiamos entonces a otra posibilidad de nuestro “qué hubiera sucedido….” Y así fue cómo tocamos la de cómo se habría desarrollado México si a su vez Obregón no hubiese sido asesinado durante el banquete que se le ofreció en el restaurante de La Bombilla después de haber sido declarado en 1928 como Presidente Electo para el periodo de 1928 a 1934. Surgió entonces, inmediata, la pregunta: ¿Nos podemos imaginar a un Presidente como Alvaro Obregón entregándole la banda presidencial a Lázaro Cárdenas?



Wednesday, April 18, 2012

Los temblores de Nogales, segunda parte


Considero que el artículo anterior, acerca de los temblores de Sonora, merece una secuela con información más actualizada. Esto se debe a que el censo de los temblores  que tomé como fuente para ese artículo fue publicado en 1982, por lo que no cubre los años posteriores.

Pues bien, en las páginas de este mismo periódico, El Imparcial, en la edición del 18 de octubre de 1999, se menciona un temblor con epicentro al Norte de Magdalena el día anterior, a las 10:15 AM y que fue sentido en todo el norte de Sonora. Originalmente se le había asignado una intensidad de 2.5 a 3 de la escala Richter, aunque posteriormente se revaluó a otra de 4.5 de la misma escala. Según el mismo periódico, en Santa Ana: “logró dañar siete viviendas ubicadas rumbo a la carretera a Magdalena y ocasionó cortes eléctricos durante 30 minutos… A Benjamín Martínez y Guadalupe Lafarga se les cayó una parte del techo…” Mientras que en Magdalena “Ramón García Rodríguez, director de Seguridad Pública de Magdalena de Kino, informó que lo que se sintió fue una rápida sacudida … Se escuchó como el estallido de dinamita en una mina y algunas viviendas construidas con adobe fueron las que presentaron algunas cuarteaduras…”

Además, “Carlos Kitazawa, director de la Unidad Estatal de Protección Civil, informó que el temblor se presentó principalmente en Magdalena, Benjamín Hill, Imuris, Caborca, Santa Ana y en una parte de Nogales y de Hermosillo. En la capital del Estado se alcanzó a percibir en algunas colonias como la Balderrama, Satélite, bulevar Navarrete y en el Centro de Gobierno del Vado del Río, principalmente en las oficinas de la Comisión Nacional del Agua (CNA), agregó.”

Debido a que un temblor como éste pero de mayor intensidad podría afectar a una gran proporción de la población sonorense, hubo consecuencias entre las agencias de protección civil del Estado. Esto lo vemos en el Diario Oficial de la Federación, fechado el 21 de abril del 2009, en el que aparece un acuerdo entre la Secretaría de Gobernación y el Gobierno del Estado de Sonora, a través del cual la primera asignaría el 70% del costo para elaborar el Atlas de Riesgos del Estado de Sonora. Pero además, se citan como causas de este Atlas al mismo temblor ya citado de Magdalena, y se agrega: “Tomando en cuenta la geología y las pendientes topográficas para los centros de población prioritarios se deduce que los más afectados en cuanto a derrumbes y movimientos de masa son: Guaymas, Empalme, Cananea, Nacozari, Yécora, Moctezuma, Bavispe, Nogales y Hermosillo, ya que sus pendientes varían de 10 a 20% grados y en algunos lugares se excede. Cabe señalar que de las localidades más expuesta a un alto riesgo por sus altas pendientes, materiales deslizantes, presencia de lluvias y sismicidad son Nacozari de García, Guaymas, Hermosillo y Nogales.”


Este párrafo es más que elocuente sobre la posibilidad o no de que el Norte de Sonora, Nogales incluido, sufra de los efectos de un temblor, cuyas consecuencias variarían dependiendo de la intensidad y ubicación del mismo.

Por otro lado, debo aclarar que los datos de todos los temblores que fueron sentidos en Nogales y a los que me referí en mi artículo anterior, están basados en información oficial. En particular en el Boletín No. 193, del Cuerpo de Geología y Tecnología Mineral de Arizona, titulado “Los terremotos de Arizona 1776-1980,” escrito por Susan M. DuBois, Ann W. Smith, Nan K. Nye y Thaddeus A. Nowak, Jr. Debo agregar que esta investigación fue financiada por el Cuerpo Geológico de los Estados Unidos (USGS), la Comisión Regulatoria Nuclear de los Estados Unidos y la División de Servicios de Emergencia de Arizona.

En esa publicación, por ejemplo, y en relación con el temblor sentido aquí, en Nogales, en 1916, la mención se encuentra en la página 94 del boletín 193, en donde se dan como coordenadas del epicentro los 31.34° y 110.94° Es decir, en la pista deportiva de la antigua escuela Pierson, de Nogales, Arizona. Además, en los periódicos Daily Herald del 30 de marzo, Oasis del 1 de abril y el Border Vidette de Abril 1 aparecen crónicas del mismo.

Así, el que Nogales no se encuentre ubicado en el margen margen de la placa de Sonora no es garantía de que no se presenten temblores aquí. El mismo terremoto de 1887 es una prueba de ello, ya que ocurrió a unos 380 kilómetros de la costa, es decir el doble de la distancia que tiene Nogales a la misma.

Sunday, April 15, 2012

Temblores en Nogales

La falla que dio origen al terremoto de 1887
Los terremotos se encuentran de moda actualmente a nivel mundial y Sonora no se ha quedado atrás, ya que también aquí hemos sufrido algunos. Y a pesar de que han causado un impacto importante en Sonora, de cualquier manera estos temblores no han sido los más intensos. El más fuerte que se haya sentido en nuestra Entidad ocurrió el 3 de mayo de 1887 cuando Nogales iba naciendo. Tuvo una intensidad de 7.2 de la escala de Richter y su epicentro estuvo ubicado al sur del actual Agua Prieta, población que entonces no existía. Este epicentro fue cerca de Bavispe, Sonora, y todavía hoy se puede ver desde el aire la falla que se formó entonces, como se muestra en la imagen adjunta. Este temblor fue sentido tan al Sur como en la Ciudad de Guadalajara.

El templo de Bavispe después del terremoto de 1887
Ocurrió entre las 3 y 4 de la tarde y ocasionó la caída de la mayor parte de las casas de la región Norte y Este de Sonora. En Bavispe se cayó el templo y 692 cuartos de las casas del poblado, además de ocasionar la muerte de 42 personas, mientras que en el actual Villa Hidalgo se agrietaron las paredes del templo y el techo se cayó al igual que muchas casas, además de ocasionar 9 muertes y 6 heridos.

El templo de Bacadéhuachi después del terremoto
En Bacadéhuachi se cayeron las torres de la iglesia, que tenían tres niveles, iglesia que sería reconstruida después, aunque las torres quedaron únicamente de un nivel. En Bacerac fueron destruidos 435 cuartos de las casas que había en esa población, y de la misma manera, en Sahuaripa se cayó el templo a la vez que en Fronteras hubo daños a casas y murieron dos personas. En Moctezuma se cayó la torre que adornaba un costado de la fachada del templo, así como también el techo del mismo, mientras que en la nueva población de Nogales mucha gente lo sintió y gran parte de la población salió de sus casas aterrorizada, además de que causó daños en muchos de los edificios.

Sin embargo, y a pesar de que fue el de mayor intensidad que haya sufrido nuestro Estado en tiempos históricos, no fue el único que haya sido percibido en Nogales, ya que el 30 de marzo de 1916 hubo un temblor cuyo epicentro estuvo dentro de la población de Nogales, Arizona. Según un periódico de entonces: “Por primera vez en muchos años Nogales experimentó dos distintos temblores el miércoles pasado… Con la excepción de asustar a la gente de algunas secciones de la ciudad, no causó daños [aunque] se sintió en Magdalena y otros pueblos de Sonora…”

Pasaría el tiempo, y el 11 de febrero de 1927 se dejaba sentir otro pequeño temblor con epicentro cerca de Patagonia, Arizona, al Noreste de Nogales, mientras que en esta población fronteriza no causó daños. Otro más ocurría el último día de 1934, y al acudir nuevamente a la prensa de entonces, encontramos que “en la Aduana Federal, el candelero situado en la oficina del Administrador oscilaba y un reloj de pared se detuvo, aunque no se reportó ningún daño.” Finalmente, el 7 de agosto de 1966 ocurría otro más que ocasionó grietas en el edificio de la Corte de Nogales, Arizona así como la caída de los libreros que allí había.

De esta manera, tenemos que apenas en el plazo de 50 años, de 1916 a 1966, hubo 4 temblores que se sintieron en Nogales. Y si tomamos en cuenta que 50 años no es absolutamente nada en términos geológicos, nos daremos cuenta de que nuestra región es altamente sísmica.

Todos los temblores que se han sentido en nuestro Estado se encuentran relacionados con el crecimiento del Golfo de California, que actualmente tiene una velocidad de unos 5 centímetros por año, haciendo que la costa de la península se vaya alejando del resto de Sonora con esa misma velocidad. Para entender este proceso geológico, podemos imaginarnos a la Baja California y al resto de Sonora como si fueran témpanos que se mueven lentamente, separándose entre sí. A propósito, la creencia de que algún día la Baja California va a desaparecer en un evento cataclísmico no es más que eso, una quimera, una falsa creencia.

El Golfo de California y la falla que origina su crecimiento
En el fondo del Golfo de California se encuentra la falla que ha dado origen tanto a la península como al golfo, y en ella existen enormes profundidades marinas llamadas fosas, que son zonas volcánicamente activas y por lo tanto producen una elevación de la temperatura del mar. Así, por ejemplo, tenemos la Fosa de Guaymas, que tiene más de 2,000 metros de profundidad y en cuyas profundidades el agua alcanza los 300 grados centígrados, o bien la Fosa Wagner, frente a Puerto Peñasco, donde se alcanza una temperatura de 220 grados a los 200 metros de profundidad. Pero además, Sonora misma se está estirando literalmente rumbo a la costa, ya que se calcula que en los últimos 30 millones de años nuestro Estado ha alcanzado aproximadamente el doble de la extensión Este Oeste que tenía antes.

Todas estas son las causas de los temblores como el que ocurrió aquel ya lejano 3 de mayo de 1887, al igual que los que hemos sentido recientemente en nuestra entidad.

Sunday, April 8, 2012

Los meteoritos

Un Cronista debe de conocer y hablar de la mayoría de los temas de su región, no únicamente la historia de los grandes hechos sino los sucesos comunes o de la naturaleza. Motiva esta explicación el tema que cubriré en esta ocasión, los meteoritos: esas rocas que se originan en el espacio y viajan a grandes velocidades para chocar algunas veces con la atmósfera terrestre y, dependiendo de su velocidad y ángulo de caída, la fricción con ésta las calienta al grado de volverlas incandescentes y que a veces vayan dejando estelas tras de s[i. Cuando alcanzan a caer a tierra se les llama meteoritos y cuando no lo logran se les llama bólidos, los que se pueden desintegrar en las alturas o bien regresar al espacio de donde provienen. Son muchos los meteoritos que caen diariamente a la tierra aunque muy pocos los que logran ser vistos por el ser humano.

Durante los primeros años de Nogales cruzó el cielo del norte de Sonora uno de estos bólidos. El explorador noruego Carl Lumholtz lo vió y nos narra su experiencia: Cierto día se encontraban en el desierto de Sonora, al Norte de Caborca, preparándose para cenar, cuando las exclamaciones de la gente interrumpieron las preparaciones: “Mira, mira!”  Dirigieron la mirada hacia el cielo del norte y vieron “una bola grande con una larga cola que cruzaba lenta y majestuosamente los cielos, más o menos de Oeste a Este. Su color era blanco azuloso al inicio y su tamaño aparente de la sexta parte de la luna llena mientras que la cola extremadamente larga parecería que medía como seis pulgadas si uno estuviera cerca. A nuestra vista, el meteoro se movía tan lentamente que fácilmente podría ser fotografiado. Gradualmente se fue haciendo más y más pequeño, tanto el cuerpo como la cola, la cual desapareció primero y luego el globo mismo, que ahora era rojo amarillento, explotó en dos piezas de las que la más pequeña se dirigió hacia arriba.”

Y después de la descripción de este fenómeno, Lumholtz agregó lo siguiente: “El Sr. Bonillas, geólogo, poco tiempo antes había visto otro del mismo tamaño a las tres de la tarde en Nogales.” Primero, un estampido había hecho que la gente saliera asustada de sus casas y, al dirigir la mirada al cielo, habían visto un bólido que en forma aparente, lentamente atravesaba las alturas.

El meteorito de Carbo
En Sonora se tiene el registro de cinco grandes meteoritos aunque no se ha presenciado la caída de ninguno (más sobre este asunto más adelante). El mayor de todos cayó en alguna fecha desconocida en las cercanías del rancho El Alamo, a unos 60 Kilómetros al oeste de Carbó. Consiste en una pieza de hierro con un peso aproximado de media tonelada y fue descubierto en 1923 por vaqueros de ese rancho. Otro más es el de Arizpe, que fue descubierto en 1896 a unos 24 kilómetros al NW de esa población y tenía un peso aproximado de 123.3 kilos, aunque parece ser que es el resultado de un meteorito que se desintegró en el aire, ya que para entonces habían sido halladas otras piezas más del mismo; entre otras, a unos 40 km. al NW de esa población en 1896 fueron encontradas dos, de 52.6 y 9.1 kilogramos respectivamente. Tenemos también el descubierto en 1903 a unos 40 kilómetros al Este de Cumpas con un peso de 28.6 kilogramos mientras que otro más fue el descubierto en 1973 cerca de Puerto Libertad, que tenía un peso de 6 kilos, y finalmente el de Moctezuma, que fuera descubierto en 1889, con un peso de 1.7 kilogramos.

Un meteoro
Por otro lado, la caída meteórica que más impacto mundial ha causado ocurrió a la 1:05 de la mañana del 8 de febrero de 1969, cuando un meteorito al caer sobre el Estado de Chihuahua se fue desintegrando y dejando caer rocas. piezas de meteorito, sobre una superficie de unos 50 kilómetros de largo por 8 de ancho, alrededor del pueblito de Allende. Es posible que nunca se sepa el peso original que tenía este cuerpo celeste, ya que aún hoy se siguen descubriendo partes del mismo, aunque se estima que tendría el tamaño aproximado de un automóvil y que viajaba a unos 15 kilómetros por segundo.  Se ha calculado la edad de la roca que lo formaba, y se ha encontrado que es más vieja aún que nuestro planeta y unos dos millones de años más antigua que nuestro sistema planetario.

Al que escribe estas notas le tocó presenciar un bólido a eso de las 10 de la mañana del sábado 23 de agosto del 2008. Me encontraba en un rancho cerca de Banámichi, Sonora, cuando un vaquero empezó a señalar al cielo. Un bólido que se desplazaba aparentemente en forma lenta de Oeste a Este iba dando vueltas en las alturas y dejando detrás una enorme estela, hasta que desapareció tras el horizonte. En el cercano Banámichi ocasionó un estruendo que rompió varios vidrios; y días después, visitando otro rancho al norte de Cucurpe, los vaqueros me dijeron que también lo habían visto cruzar el cielo. De este bólido existe una constancia periodística, ya que también en Tucsón, Arizona, fue visto varias personas. El periódico Arizona Daily Star incluye esta noticia:  "Un bólido atravesó el sur del cielo de Tucsón a plena luz de la mañana del sábado, sorprendiendo e inspirando a quienes lo vieron... Richard Dougall, coordinador de prestamos de equipo de la Asociación Amateur Astronómica de Tucsón, dijo que quedó maravillado al ver el meteoro cuando se dirigía en auto hacia el Sur por la Calle Kolb. "He estado en el paraíso toda la mañana (por esa experiencia)" agregó. Tenía el brillo color naranja-rojizo de las luces de bengala, y calculó que probablemente cruzaría a unas 200 o 300 millas hacia el sur, probablemente más, aunque siempre es difícil calcular esas distancias."

Y aquí terminaba este artículo, pero recibí una comunicación de un amigo de Guaymas, Sonora, Horacio Vázquez del Mercado, quien después de leerlo, me envía una nota periodística en la que se menciona que sí fue vista la caída de un meteorito cerca de Guaymas en 1963, cuando unos pescadores lo vieron caer, y además, lo recuperaron. Después de recuperarlo, este meteorito se mantuvo en exhibición en un museo que algunos ciudadanos guaymenses interesados en la historia formaron en el puerto guaymense, hasta que fue cerrado. Incluyo la nota periodística que menciona el hecho misma que me fue enviada por Horacio, la que prueba que yo estaba equivocado al suponer que nunca había sido vista la caída de un meteorito en nuestra entidad:



Sunday, April 1, 2012

Mátape

Al fin puedo atender peticiones, por lo que cubro el siguiente tema: Mátape, un pequeño poblado ubicado en el centro de Sonora; lugar donde confluyen las regiones situadas más al Sur con los asentamientos de los ríos San Miguel y Sonora hacia el norte; sitio que formó parte de una antiquísima ruta comercial que en la década de 1530 seguiría Cabeza de Vaca en su odisea para regresar al mundo colonizado por los europeos; región que conocimos como Opatería, palabra que no existió en su lenguaje nativo, aunque a finales del siglo XVII los españoles decidieron catalogar así a los diversos grupos humanos de esa zona: Teguimas, Eudeves y otros.

El Padre Andrés Pérez de Rivas escribió de memoria, 20 años después de los hechos, un libro titulado “Historia de los Triunfos de la Santa Fe.” En él menciona a un cacique de Sahuaripa, Sisibotari, a quien actualmente se le ha intentado atribuir una influencia regional, extendiéndola por toda la Opatería y aún hasta el río de Sonora; recordemos, sin embargo, que los nativos no tuvieron una identidad política y en consecuencia el área de influencia de estos caciques no se extendía más allá de su inmediatez geográfica.

El Padre Pedro Bueno, quien probablemente llegó a Mátape en la década de 1630,  terminó un templo en 1646 que 30 años después era descrito como “una de las iglesias más hermosas y espaciosas de la provincia, un edificio con tres naves y varios altares. Posee finas obras de arte, sus ornamentos son de los más ricos y sus cálices y adornos del altar principal son de plata forjada.” Además, durante su administración fue establecida una pequeña escuela en el lugar.

Bueno sería sucedido por Daniel Angelo Marras en 1656, y bajo él la escuela alcanzó el rango de un colegio incoado; es decir, un centro de enseñanza al que algo le faltaba para ser colegio completo. No se conocen sus planes de estudios aunque se enseñaba allí a leer y escribir, a tocar instrumentos musicales como el arpa y guitarra, actividades manuales como carpintería, sastrería, zapatería o la curtiduría de pieles, además de hilar y tejer; y aunque erróneamente se piensa que fue el único, la verdad es que en Oposura fue establecido otro colegio en 1680.

Por entonces, la misión de Mátape era de las principales del actual Sonora. El Padre Marras explotaba la agricultura regional y a él se debe la introducción de la ganadería masiva a Sonora ya que incrementó el hato ganadero de su misión de unas 600 cabezas que había a su llegada a unas 50,000 cuando partió; como manifestación de la riqueza de su misión, estableció una corrida anual de unas 5,000 cabezas de ganado que eran llevadas a Sinaloa para embarcarlas y venderlas en la ciudad de México. Además, esclavos no indígenas le ayudaron a formar un monopolio de venta de productos agrícolas, ya que sus precios eran más bajos que los de sus competidores españoles, y además llegó a poseer dos minas y una refinería de metales, aún en contra de los preceptos jesuíticos bajo el argumento de la necesidad de sostener el Colegio.

Para 1678 le asistía Juan Osorio, quien en 1683 se convirtió en rector del colegio y misionero del distrito, y de allí en adelante Mátape requirió de dos ministros, uno para la misión y sus visitas, y otro para el colegio; mientras, la fundición no duró mucho, ya que los superiores jesuitas ordenaron en 1695 cerrarla.
Alrededor de 1726 llegaba Cayetano Guerrero quien construyó una hermosa iglesia a la Virgen de Loreto, adjunta al templo principal, y su sucesor, Guillermo Borio, quien serviría allí hasta su muerte en 1763, adornó profusamente tanto al templo como la capilla con costosas pinturas, decoraciones de plata y cálices de oro. Mientras, los métodos de financiamiento de sus misioneros continuaron siendo atacados porque tenían una tienda que ofrecía productos a precios más bajos que los importados por los europeos. Esta situación duró hasta que sus últimos jesuitas, Miguel Almela y Jacobo Sedelmayr, recibieron la prohibición expresa de operarla.

Al recibirse el Real Decreto de expulsión, 51 jesuitas fueron reunidos en Mátape, se les leyó la orden de exilio de los dominios españoles, fueron puestos en prisión y enviados a Guaymas para embarcarlos a Europa. Y a diferencia de las misiones de la Pimería, allí no serían reemplazados por Franciscanos sino que la antigua misión fue secularizada. Por entonces, Mátape poseía una extensa biblioteca que desafortunadamente desapareció durante la revolución mexicana.

Continuaría la influencia de la Ilustración, y en 1867 a Mátape se le cambió el nombre por el de Villa Pesqueira; de cualquier manera, la tradición educativa del lugar se conservó a través del tiempo: el año pasado de 2011 su escuela primaria, Benito Juárez y sus 76 alumnos, fue calificada como la mejor de Sonora.