Sunday, July 28, 2013

El comienzo del Rancho Los Nogales

Con este artículo inicio una serie acerca de la historia del punto más estratégico de Nogales, el más importante de la región fronteriza de este lugar, el ubicado alrededor de la mojonera, actual obelisco limítrofe número 122 entre México y los Estados Unidos. Este lugar, esta cañada, desde siempre, tuvo un papel estratégico importantísimo en el comercio. Inicialmente, hace ya varios milenios y debido a que era comunicación entre los ríos Asunción y Santa Cruz, por cañadas como ésta entró al norte el conocimiento de la agricultura o de la cerámica que nacieron en Mesoamérica. Después, ya durante la colonia y los inicios de nustra nación, sería vena comunicante y de abastecimiento de los asentamientos hispanos situados más al Norte y hoy lo es de productos internacionales.

Corría el año de 1841. La de Nogales era entonces una cañada vacía, aún despoblada de mestizos o europeos. Y aunque sí conservamos nombres de algunos de los poblados prehispanos que hubo en las márgenes del  río Santa Cruz al este de Nogales, lugares tales como Bacuacucan que Kino rebautizaría como San Luis Bacoancos y donde hoy se encuentra el pueblo de Mascareñas, o bien Comacavitcam cerca de o donde hoy está el pueblo de Los Picos, por otro lado no se han conservado los nombres de los poblados que debió haber en la cañada nogalense, que por sus restos sabemos que sí los tuvo.

El paso de los siglos no había logrado aún mermar el silencio de la cañada.  México se extendía por entonces hacia el Norte en la región Oeste del continente americano hasta Oregón, ya que los Estados Unidos no lograban aún salir al Océano Pacífico. Ese año, José Elías Redondo, nieto del Capitán Francisco Elías González, quien a su vez fuera el fundador de esa familia en el actual Estado de Sonora, pedía la remedición del rancho que su familia había poseído para entonces ya por alrededor de unos 90 años, el antiguo Cucurisulaqui y que ahora se llamaba Casita. Además, solicitaba “la mensura de los huecos y valdíos (sic) que necesitamos,” y aunque se midió Casita, también se ordenó que fuera integrado un expediente por separado para los baldíos que se denunciaban, mismos que con el tiempo se convertirían en el rancho Los Nogales de Elías. 

El primer paso de este proceso fue la medición de los límites de la nueva superficie de tierra que se denunciaba, los que quedarían entre los terrenos de Casita  misma por el Sur y de la misión de Tumacácori hacia el Norte, tarea que le fue encomendada a Don Francisco Navamuel, quien era una especie de notario, vocación a la que había pertenecido su familia por varias generaciones. 

Navamuel a su vez nombró a varios habitantes de la región, gente con apellidos que aún hoy reconocemos en el Norte de Sonora y Sur de Arizona, fueron Angel Olave y Miguel Apodaca como cordeleros, José Fraijo como contador y José Gallegos como encargado de la brújula. Se preparó, midiéndolo, un cordel de 50 varas (casi 42 metros) al que se le anudó un poste a cada lado para, a caballo, irse turnando cada jinete cordelero y así, contando los cordeles, ir midiendo ese baldío.


LÍMITES DEL RANCHO LOS NOGALES
Iniciando en la mojonera que marcaba el límite norte de Casita, que se encontraba ubicada en el Puerto de Encinas, lugar situado al Sur del actual Nogales, donde la carretera pasa hoy por encima de la vía férrea, se fue recorriendo toda la extensión del entonces despoblado Valle de Los Nogales desde el  Sur hacia el Norte, se pasó por la actual frontera que entonces no existía porque toda Arizona pertenecía aún a México, y se continuó la medición hasta completar 340 cordeles (14,205 m), en un punto situado “por el camino que va al Norte al Presidio de Tubac, las cuales terminaron en el camino, en una meseta alta, donde da fin un amplio cajón que baja de las montañas Pajarito.”  Era la confluencia de las avenidas Mariposa y carretera antigua a Tucsón en el actual Nogales, Arizona, cerca de donde se encuentra el edificio del Condado de Santa Cruz, y allí se colocó la mojonera norte.

(El siguiente mapa es interactivo. Puedes acercarte y alejarte, lo mismo que cambiar el tipo de información mostrada, como por ejemplo, vista satelital, mapa, etcétera.)



 Además, se agregó en la bitácora de la medición que “...la mojonera de Calabazas está a unos mil pasos más allá, en una loma alta, que cae del otro lado del cañón (o sea en la falda del actualmente llamado Mt. Benedict).” En seguida se midieron 22 cuerdas (919 m) al este y 200 cuerdas (8,356 m) al oeste desde los extremos norte y sur, para obtener una superficie de 7 y medio sitios de terreno con dos caballerías (alrededor de 13,200 Has.), los que fueron tasados en $113 con 1 real y 10 granos.

El 7 de enero de 1843 Elías los compraba y se le concedió el título del ya rancho Los Nogales que, ya lo sabemos, debió su nombre a la existencia de árboles de nogal que crecían en las márgenes del arroyo y cuyas nueces han servido de alimento lo mismo al ser humano que a animales desde tiempos inmemoriales. Después, Elías construiría las casas del rancho en inmediaciones del actual paso a desnivel del camino a Patagonia, dentro del actual Nogales, Arizona.

Sunday, July 21, 2013

Cómo armonizar la situación actual nogalense

Hemos visto ya cómo, y debido a su crecimiento reciente, Nogales más o menos se ha dividido en dos: el nuevo Nogales ubicado hacia el Sur de la ciudad que es donde se encuentran la mayoría de los nuevos negocios como cines, tiendas departamentales, fábricas y los nuevos desarrollos habitacionales.  Y el viejo Nogales, ubicado a su vez hacia el norte y cercano a la frontera; una parte de la ciudad que basó su economía en su condición de ser frontera ya que allí se localizaban las tiendas de curiosidades, los principales restaurantes como la Caverna y demás atractivos turísticos. Esta parte de la ciudad se encuentra actualmente desprovista de una función social o económica al haber desaparecido el turismo de la ciudad, aunque disfruta de una envidiable cercanía con la Unión Americana.

Es decir, se trata de dos secciones nogalenses con vocaciones económicas diferentes. La fronteriza, cuyo destino estuvo íntimamente relacionado con el comercio turístico, y la nueva que vive actualmente en comunión directa con la modernidad de nuestro país.  Pero también hay que recordar que compartimos los nogalenses un riquísimo pasado en la formación del México actual durante la revolución mexicana; además, que nos enfrentamos diariamente al problema de la relación del hombre con la naturaleza,  sea ésta la cantidad y origen del agua que sostiene la existencia humana aquí o bien la enorme inmigración reciente que hemos tenido hacia esta ventana de nuestro país; y además hemos ideado la promoción de nuevas formas del turismo, como el médico, a la vez que diariamente asistimos también, en relación con el tema de la salud, al surgimiento en la vida cotidiana del nogalense y el sonorense de nuevos estilos de vida que se expresan desde nuevas dietas hasta nuevas manifestaciones de nuestro coexistir moderno. El problema a resolver, entonces, se reduce a cómo armonizar la complejidad de todas estas dimensiones.

Y si bien en la década de los 60 el gobierno federal  le apostó a la industrialización fronteriza con el éxito ya de todos conocido, hoy nos tocaría a nosotros, nogalenses, encontrarle una solución a esta situación de múltiples facetas. Si en la década de los 60 el gobierno federal podía aún idear ese proyecto, hoy los nogalenses hemos ya alcanzado la mayoría de edad y podemos, nosotros mismos, encontrarle una solución total a nuestra compleja realidad fronteriza actual.

Esta misma semana, según el periódico El Imparcial, la Coordinadora Nacional de Artes Visuales del INBA, Magdalena Zavala Bonachea, declaró en Ciudad Obregón que “los museos en Sonora requieren de diversificar y modernizar lo que le ofrecen a un público cada vez más ávido de nuevas propuestas”  y profundizóesa idea cuando habló acerca de “la diversificación de ofertas museísticas, no sólo la visibilidad de las ofertas, sino que haya propuestas diferentes para los distintos tipos de público, porque hoy en día hablar sólo de público es muy genérico.”

Pues bien, tenemos que el viejo Nogales, el antiguo Nogales, cuenta con un edificio de museo que se podría convertir en el detonante de esa solución de múltiples dimensiones para esta frontera y como plan piloto inicial, susceptible a ser aplicado regionalmeente después, aunque requeriría la adecuación de toda la ciudad en una “propuesta diferente” tanto para los nogalenses mismos como para quien nos visite.

Es decir, utilizándolo como punto de partida, podría muy bien convertir a toda esta ciudad en un escaparate en donde se muestre a los nogalenses y a los que no, la enorme aportación que han tenido en la formación del Nogales actual tanto la revolución mexicana como el programa de maquiladoras, que muestre también cómo Nogales intenta solucionar la problemática ecológica local mediante hábitos sociales o educativos  de ahorro de agua, o bien que sirva de detonante de la modernización y adecuación de la oferta turística integral local para el visitante, hoteles, restaurantes, entretenimientos, basándolos siempre en la modernización de los estilos locales de vida, sean éstos de dieta a través de la sustitución de grasas y carbohidratos por recetas aún por descubrir o de otros modos de expresión sociales.

Recuerdo, por ejemplo, que durante las visitas guiadas que acostumbraba un servidor ofrecerles a grupos de turistas de la nación vecina, éstos mostraban incredulidad cuando les decía que los nuevos nogalenses no habían llegado a esta frontera después de que la oficina del empleo local les hubiera confirmado un trabajo aquí, sino que lo hacían llamados por un tío, un hermano o algún otro familiar que les había precedido a esta frontera utilizando la mecánica social de las redes familiares.

Pero además, siempre me ocurrió que uno de los momentos más emotivos era cuando en las guarderías de las maquiladoras, los turistas veían a los infantes jugando o bien durmiendo después de comer. Los rostros turísticos que se asomaban tras las ventanas de las guarderías se veían a sí mismos reflejados en esos infantes porque comprendían entonces que todos, al fin, somos iguales: todos, miembros de la familia humana. En ese escaparate se podría convertir el Nogales actual. En nosotros estará el lograrlo.

Sunday, July 14, 2013

La vocación del centro de Nogales

Ya veíamos en el artículo anterior de esta serie cómo la parte nueva de Nogales, la ubicada en términos generales al Sur del Centro Cultural Los Nogales (CECUN), vive en relación diaria con las maquiladoras, en general con la educación tecnológica, y que allí se encuentran las tiendas departamentales modernas, los centros de diversión y de cultura. En resumen, se trata de un nuevo Nogales alejado de su condición fronteriza.

Así, ahora dedicaré mi atención al antiguo Nogales, al más cercano a la frontera. La antigua vocación de este antiguo Nogales que por características propias de su geografía se halla precisamente en la frontera estuvo relacionada precisamente con ella. En esta zona se encontraban las tiendas de curiosidades de las que vivía gran parte de los nogalenses. También aquí estaba la antigua plaza de toros, hoy un edificio desmantelado debido a que su última corrida de toros ocurrió hace ya muchos años. En esta zona se encuentran, igualmente, muchos de los restaurantes, aunque no todos, que vivían del turismo estadounidense, y el principal de todos, la Caverna, actualmente también hoy ya desapareció. Es un Nogales que ha quedado desnudado de alguna función como zona urbana o de una vocación económica para el sustento de los nogalenses.

Y si nos preguntamos sobre el destino futuro de esta zona Norte de la ciudad, del Viejo Nogales, inevitablemente llegamos a la conclusión de que éste, sin duda, tendrá que radicar precisamente en su condición fronteriza, condición íntimamente relacionada con el turismo.

Sín embargo, las condiciones que promuevan a este turismo ya cambiaron. Hace ya varios años que se habla del turismo médico como atractivo local fronterizo, no únicamente de Nogales sino de toda la frontera de México con los Estados Unidos. Pero sea como sea, inevitablemente el turismo médico deberá también estar asociado con otras clases de turismo. Y es que sería poco menos que imposible que únicamente se desarrollara la oferta médica, dejando de lado a todo el potencial asociado que se relaciona con la oferta de lo nacional hacia el exterior.

De esta manera, a la dimensión médica será necesario agregarle otros atractivos, y lo que sigue lo digo por experiencia personal, ya que me ha tocado ser testigo del imán que constituye para el visitante ver una muestra sobre cómo se vive actualmente en esta frontera; una muestra de nuestro presente y a la vez de nuestro pasado.

Como inicio del inventario con que contamos, se debe de considerar que en el Viejo Nogales se halla el edificio del Museo de la Ciudad, un edificio cuya vocación futura deberá estar vinculada a la atención lo mismo del connacional que del turista, por lo que será necesario adecuar su uso a ambos: o sea convertirlo en un escaparate de lo nuestro para quien nos visite y a la vez una ventana reforzadora de nuestra identidad para el nogalense que entre a sus puertas. En otras palabras, deberá cumplir con esa función doble: escaparate nuestro para el turista y espacio de autocomprensión para el nogalense.

Y si cambiamos nuestra mirada hacia otras dimensiones de lo que podríamos ofrecer, tanto a nacionales como a extranjeros, tenemos que también nos sirve de una enorme ayuda el saber cómo surgió Tijuana al turismo, porque podríamos adoptar para Nogales los principios intemporales que hicieran famosa a la actual principal ciudad fronteriza entre México y los Estados Unidos.

Así, veremos que un factor importantísimo del atractivo tijuanense estuvo en el famoso Casino del Agua Caliente, y dentro de éste, deberemos recordar que gran parte de su clientela acudía a un restaurante que se hizo famoso, y así recordaremos el antiguo adagio: “al corazón se llega por la boca.”

Los menús del restaurante eran impresos diariamente con platillos que sumergían a los clientes en un escapismo romántico de la cotidianeidad foránea con tintes exóticos. Esto se debía a que diariamente se ofrecían al comensal guisados de venado con arroz silvestre, filetes de basa cubiertos de salsa “au vin blanc Silensienne,”  o bien para los desayunos se podía acudir a los huevos revueltos con cerebros de becerro. Sin embargo, no únicamente se ofrecían allí platillos que eran o aparentaban ser de la cocina internacional, sino que también la cocina mexicana reinaba como atractivo para quien deseaba explorarla. De esta manera, el chef que había sido contratado en Nueva York ofrecía igualmente machaca con huevos revueltos, enchiladas de pavo, chiles rellenos o bien pipián de pato en salsa de ajonjolí. Estas comidas usualmente iban acompañadas de una bebida de algún vino regional, como claret Santo Tomás o si el comensal era más exigente, de un champagne de la casa francesa Veive Clicquot, y como postre también podían acudir al  supuesto dulce mexicano de nieve de pitahaya.

Sin embargo, también deberemos tener en cuenta de que actualmente han cambiado las dietas, tanto la mexicana como la estadounidense. En el Sonora actual, el platillo tradicional de la carne asada con tortillas de harina de agua, a la que se le agregan salsa de tomate rostizado y frijoles refritos, cada vez más es reservada para días especiales en familia en los que el sonorense contemporáneo puede participar en ese ritual que revive “la sencillez de la vida del campo.”

Y es que la velocidad del Sonora actual también ha cambiado a nuestros platillos en lo que se conoce como nueva cocina sonorense. Es una cocina en la que los apremios obligan a que se consuman cuando mucho tacos de carne asada, de cabeza o de birria, o bien como símbolos de la creciente globalización en los alimentos, las pizzas y los hot dogs (al estilo sonorense o sinaloense), e igualmente vemos cómo curiosamente ocupa un importante lugar en nuestra dieta sonorense contemporánea el platillo japonés del sushi.  Al mismo tiempo, la dieta estadounidense abandona cada vez en mayor grado a las harinas y demás carbohidratos, aunque sería demasiado cansado extenderme sobre este tema.

Y como complemento de lo anterior, también deberemos considerar la oferta hotelística local, con atractivos que la hagan digna de nuestro nuevo México. Sin embargo, el espacio de este artículo es reducido por lo que únicamente hablaré aquí de la comida.

Por todo lo anterior, debemos de estar seguros de que el turismo médico no es suficiente como elemento interesante local sino que es necesario el estreno de otros atractivos nuevos. Entre éstos podría muy bien estar la apertura de diferentes escaparates de nuestra identidad contemporánea, los que se ofrecieran acompañados de platillos rediseñados con elementos globales, como lo es nuestra cocina sonorense actual, y que estuvieran simultáneamente adaptados a la nueva dieta del extranjero; podríamos lograr todo eso si aprovechásemos igualmente las capacidades nuestras, por ejemplo para diseñar esos platillos se podría acudir a las escuelas de gastronomía regionales. Y aquí hay que recordar aquel otro adagio nuestro: "Querer es poder."

Sunday, July 7, 2013

Los Nuevos Dos Nogales

Ya leíamos en los artículos anteriores cómo, debido al establecimiento de las maquiladoras en Nogales a partir de la década de 1960, esta población explotó en población; pero además debido a su orografía particular fue creciendo en forma diferente a las demás limítrofes nacionales que lo hicieron extendiéndose apegadas a la frontera internacional. Así, fue creciendo de Norte a Sur siguiendo la cañada del arroyo que le diera nombre, Arroyo Los Nogales.

En la década de los 70 u 80 del siglo pasado, lugares que se encontraban afuera de la mancha urbana, en nuestro día constituyen el centro geográfico de Nogales, Sonora. De esta manera, la hoy antigua estación del ferrocarril, edificio que fuera edificado en un punto que en aquel entonces se pensó que pasarían muchísimos años para que fuera absorbido por el crecimiento urbano, en nuestros días, desprovisto de cualquier función y como edificio vacío, únicamente sirve para definir sobre el terreno el centro geográfico nogalense, un centro que atestigua cómo el antiguo Nogales es reemplazado por un Nogales de pasos a desnivel y de velocidades cada vez mayores, un Nogales de espacios que escapan de la angosta cañada que le diera origen a la población debido a que, precisamente allí, la cañada se ensancha.

Así, este nuevo Nogales, Sonora, un Nogales que se encuentra delimitado hacia el Norte por el edificio del  Centro Cultural los Nogales (CECUN) y que como vemos crece hacia el Sur, en forma cada vez más intensa busca independizarse de su condición fronteriza. Esto se debe a que han surgido en su seno comercios, tiendas, centros de diversión y de cultura, en fin alternativas del ser que son propuestas naturales a las condiciones locales y que  buscan todas ellas una nueva identidad, una nueva forma del vivir nogalense, como si estuvieran hastiados de nuestra condición fronteriza.

Si bien hasta la década de 1970 la calle Morley de la ciudad vecina se había convertido en la tienda de toda la Costa del Pacífico mexicana, hoy ya no lo es y ha sido reemplazada por otras opciones que ya no requieren del cruce transfronterizo de los nogalenses y sonorenses para subsistir, son condiciones que ya no piden la entrega de un documento para poder adquirir cualquier artículo, de subsistencia o no, de satisfacción social o individual, de mera curiosidad o de superficialidad curiosa. Este es el Nogales de hoy, el Nogales cotidiano, el Nogales de todos sus habitantes; un Nogales que superficialmente no requiere de una alteridad fronteriza para subsistir porque todo lo encuentra en su propio seno. Y digo superficialmente, porque en el fondo mucha de la economía local se encuentra basada en la industria maquiladora, porque la educación superior está encaminada hacia la industria de la transformación, porque la diversión se basa en cánones que son, también, aparentemente foráneos en su origen; porque, a fin de cuentas, muchos de los que viven y trabajan aquí son empleados de la globalización económica.

Pero además, frente al aparente extranjerismo local nogalense del que muchos compatriotas se quejan cuando llegan aquí, muchas de las características propias de lo mexicano también se imponen en esta frontera ya que, por ejemplo, aún en el seno de este nuevo Nogales y como acto reivindicador, la antiquísima costumbre mesoamericana del tianguis perdura en muchas manifestaciones finsemanales de las que la más grande de todas ellas ocurre precisamente a lo largo de la calle principal de la Colonia Colosio, la mayor invasión urbana local; es una calle que se convierte de vía de transporte como lo es todos los días, en un enorme mercado en donde el visitante puede encontrar en cualquier sábado o domingo desde un veterinario para sus mascotas hasta tambos para almacenar el cada vez más escaso líquido vital no únicamente local sino sonorense: el agua; o cualquier niño hallará un juguete, electrónico o no, que alimente su imaginación, o bien el ama de casa podrá adquirir los abarrotes que le ayuden a paliar lo caro de la vida. Todo éste es el nuevo Nogales cotidiano, el individual, un Nogales micro que a fin de cuentas depende del Nogales macro, de nuestra condición fronteriza, del comercio internacional.

Y es que acompañando a ese Nogales, aunque cercano a la frontera, otro Nogales más se conserva. Es el Nogales de las cada vez más disminuidas tiendas de curiosidades. Es el Nogales de la violencia transfronteriza, es el Nogales donde vive la gente que tiene la posibilidad de asomarse y ver, aunque sea desde lejos, al Nogales de la nación vecina. Es el Nogales que ve pasar, día con día, a los cotidianos ferrocarriles cargados de autos exportados que fueran fabricados en el interior del Estado; es el Nogales que cíclicamente, año con año, atestigua cómo la gente del Sur de Sonora transforma a la avenida Plutarco Elías Calles en un gigantesco estacionamiento, esperando su turno para poder cruzar la frontera e ir, como antes, de compras a la Unión Americana; es el Nogales que…

En resumen, son dos Nogales que conviven cotidianamente buscando, cada uno, una respuesta absoluta a lo impermanente del coexistir cotidiano.