Una de las ventajas que los habitantes de la región lograron de inmediato, gracias a la comunicación que ofreció el ferrocarril, fue que ya se podían comprar, desde Hermosillo hasta Tucsón, ostiones recién extraídos del Golfo de California en Guaymas. Y aunque originalmente se creyó que las líneas de diligencias serían reemplazadas por el tren, en realidad no sucedió así, ya que el ferrocarril cobraba más del doble. Un boleto en diligencia desde Tucsón hasta la frontera costaba $7 dlls, aunque muchos de los pasajeros preferían pagar $6 y detenerse en el nuevo hotel Santa Rita, de Calabazas (actual Río Rico), donde por algunos meses estuvo la aduana estadounidense y allí comer para luego hospedarse en uno de los cuartos de esa construcción de ladrillo de dos niveles, maravillándose con las comodidades que ofrecía la modernidad como agua corriente y timbres eléctricos en cada habitación. Y en sentido contrario, diariamente partía de Guaymas un tren que de inmediato fue bautizado como El Emigrante, el que después de cruzar la frontera, llegaba a la aduana estadounidense en Calabazas, para luego continuar a Benson, Arizona, en donde los pasajeros transbordaban a otro para dirigirse ya fuera al Este, al Paso, y de allí ir también por ferrocarril al centro de México, o bien al Oeste, a Tucsón o San Francisco.
El impacto que trajo el ferrocarril sobre la fauna nativa fue enorme. Las noticias abundaban de osos que huían al sentir que se aproximaba el tren, y de la misma manera se multiplicaron los casos de oseznos que fueron atrapados y conservados como mascotas, ya fuera en Nogales o en Tucsón.
Plano de Nogales de 1884 |
Las calles que fueron diseñadas de Sur a Norte en ambas poblaciones, según el plano continuarían ininterrumpidas a través de la frontera, como si la orografía no se interpusiera en su trazo ni existiera la línea como se le llamaba en Sonora o “the line” en Arizona. Así, se diseñaron calles que separarían cuadras que a su vez se hallaban partidas en dos por callejones de servicio. Cabe agregar que los nombres adoptados entonces para la población del lado sonorense resultaron ser los definitivos, mientras que los de sus continuaciones en Arizona, aunque conservaron el trazo definido en ese plano, cambiaron de nombre poco después.
Así, en la población sonorense, como principales calles de Sur a Norte tenemos a la Calle de los Ingenieros, la de Arizpe (cuyo nombre le fue cambiado por el de Obregón después del asesinato del presidente electo), la calle de Juárez y la de Pesqueira, mientras que sus continuaciones del lado arizonense recibieron los de Nelson, Hampson y Early, las que poco después fueron cambiadas por West, Sonoita y Terrace.
Además, se planeó una calle principal que atravesaría toda la población de Sur a Norte, al Este de la vía férrea, que llevaría el nombre de Calle de Elías del lado sonorense y Calle Morley en el arizonense. Pero la orografía y demás condiciones locales se impusieron al final, ya que en Nogales, Sonora, el nombre de calle de Elías le fue asignado únicamente a la callecita que aún hoy lleva ese nombre.
Cantina de Brickwood y la mojonera de piedras |
Se dio el caso, por ejemplo, que la cantina de Brickwood tuviera una caja colgada del corredor, que estaba ya en Sonora, y así su dueño podía evadir el pago de impuestos sobre los cigarros que Brickwood vendía en su negocio, situado en Arizona. Esta cantina tenía también un nicho para acomodar la mojonera de piedras erigida en 1855 para definir la línea, mojonera que hoy corresponde al Monumento Internacional Número 122, situado unos pasos al Oeste de la garita peatonal, del callejón Elías.