Sunday, April 21, 2013

La industria manufacturera nogalense durante el porfiriato


Este lugar limítrofe entre las cuencas de los ríos Asunción y Santa Cruz fue aprovechado desde siempre, no únicamente para el comercio de bienes regionales sino también para darles, aquí, valor agregado con la meta de venderlos o cambiarlos después con un mayor precio o mayor valía. Ese mecanismo funcionó desde siempre en esta región.  Obviamente, en sus inicios y salvo algunas contadas excepciones, los productos eran principalmente de origen local y regional, aunque conforme avanzaron los años gradualmente fueron siendo utilizados materiales básicos producidos o adquiridos en otras regiones.

Pasaron los años, y esta ubicación estratégica provocó, después del Tratado de la Mesilla y con la paz porfiriana, inicialmente el incremento del comercio entre Sonora y Arizona, lo que llevó al mejoramiento de mecanismos de control gubernamental del comercio así como en las comunicaciones, es decir la aduana, la zona libre y el ferrocarril. A ellos les seguiría la fundación del municipio y población de Nogales en 1884. En otras palabras, el comercio y la manufactura, aquí, anteceden a Nogales, no al revés. En esta serie me centro en la manufactura y no en el comercio por la amplitud de estos temas.

Después de la fundación de Nogales, fueron muchas las empresas que aprovecharon esta posición estratégica para establecer, aquí, fábricas. Sería cansado hablar de todas ellas, por lo que en esta serie las categorizo y presento un ejemplo de cada una de ellas.

Por ejemplo, el Decreto No. 7, del 6 de noviembre de 1905, emitido por el Congreso del Estado, autorizaba la operación de la Gran Fábrica de Pastas Alimenticias, para elaborar todo tipo de pastas de harina. Como consecuencia, poco después inició operaciones la fábrica en un local en donde ya había otra, de fósforos. La comprendían los salones de maquinaria, con motores impulsados por petróleo y cuyos obreros eran varones, en los que se convertía la harina procedente de los molinos de la región en diversos tipos de pastas como fideos, tallarines, macarrones y gran cantidad de otras pastas.

Después de darle forma a la harina en la de distintas pastas, éstas eran transferidas a cinco salones de secado, en donde eran sometidas al calor que proveían tuberías de vapor, y allí se les secaba por un equipo de señoritas y algunos niños. Las pastas eran empacadas luego en cajas para su comercialización a un mercado regional como Cananea, en donde por ejemplo en marzo de 1906 hubo pedidos por 40 mil libras, además de otros lugares como La Colorada, Hermosillo, Guaymas o Magdalena. Se decía que tenían costos un 25% más  baratos que en Estados Unidos.

Su dueño era Antonio Campillo, quien al haberse casado con Victoria Elías, hija de José Elías y Ana Salazar, lo convirtió en yerno de los dueños originales del rancho Los Nogales. Debido a eso, cuando se había realizado el Plano del Fundo Legal de la Población de Nogales, en 1884, una de las calles principales de la población adoptó su nombre, la Calle Antonio Campillo, paralela a la frontera.

Ahora bien, poco antes de iniciar el movimiento revolucionario de 1910, otra fábrica nogalense también alcanzaba renombre regional. Se trataba de la “American Clothing Company” de Luis B. Fleischer, yerno de Manuel Mascareñas, dueño a su vez de algunos ranchos sobre el río Santa Cruz, Buenavista y Santa Bárbara. La fábrica ocupaba principalmente a mujeres, 60, así como a 15 varones, y se formó con un capital de $20,000 pesos. Un hermano de Fleischer, Ricardo, poseyó otra fábrica ya mencionada en mi artículo anterior, “El Negrito Poeta” que hacía cigarros. Esta fábrica había iniciado operaciones en junio de 1898, después de la asociación de Fleischer con Anacleto Varona, la que tendría una duración de 25 años, y se había formado con un capital de $10,000 dlls.

Por otro lado, la ubicación estratégica de Nogales no únicamente fue aprovechada en beneficio de esta población sino también del de otras. Por ejemplo, en 1895 había iniciado operaciones en Ures “Ortega, Hernández y Compañía” con un telar que hacía cobijas, sarapes, así como casimires con lana que importaba por medio del ferrocarril desde El Paso, Chihuahua, y lo traía a Nogales a través de Estados Unidos.

También por entonces había una fábrica de calzado que había logrado cierta prominencia por haber sabido aprovechar las ventajas asociadas con la ubicación estratégica de Nogales: utilizaba materiales, pieles y cueros principalmente provenientes de México mismo, ocupaba a 6 obreros, y alcanzaba un capital de $5,000 pesos. Otra empresa que ya mencioné en mi artículo anterior fue la enlatadora de frutas y leche condensada establecida en 1895 el rancho La Arizona, de un bisabuelo del autor de estas notas.

Obviamente, este enorme desarrollo económico provocó cambios en nuestra legislación, normatividad, estructura impositiva y relaciones interregionales, aunque esos son temas que por su amplitud quedan afuera de nuestra perspectiva. Sin embargo, me atrevo a asegurar que las operaciones comerciales y fabriles que aprovecharon la ubicación estratégica de Nogales estuvieron asociadas con el enorme desarrollo del comercio e industria en el resto del Estado de Sonora durante esos años.

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