Tuesday, August 27, 2013

El 95 aniversario del 27 de Agosto

Ya vimos en el artículo anterior cómo el incidente armado que culminó el 27 de Agosto de 1918 no fue un hecho aislado, sino que tuvo sus antecedentes en la revolución mexicana, en las medidas adoptadas por los Estados Unidos frente a ésta, y en el panorama mundial, cuando el petróleo entraba al escenario mundial como principal energético del globo.

En este otro artículo veremos los sucesos de esa fecha en sí. Es la tarde del martes 27 de agosto, se encuentran haciendo guardia del lado estadounidense el celador A G Barber,  el militar William A Tucker, y el soldado William H Klint, de los asignados al cuidado de la línea divisoria, está un poco más al sur, ya casi sobre la frontera, mientras que del lado mexicano están de guardia los celadores Francisco Gallegos, Andrés Ceceña y Alfredo Galván. Tucker está sentado en una silla, platicando con Barber y secándose el sudor de la nuca, cuando ven acercarse a un mexicano que se dirige hacia México caminando entre las dos vías del ferrocarril. Creen ver que debajo de la camisa blanca oculta algo y Barber le ordena detenerse tres veces, en español, aunque el mexicano no obedece.

Enseguida se levanta Tucker para asistir al celador y éste saca su pistola y le vuelve a ordenar hacer alto. Al ver la conmoción, se aproximan los celadores mexicanos, quienes le dicen que no se detenga. Tucker desenfunda entonces también su pistola y le grita al mexicano en inglés, ya que no sabe español: “¡Si cruzas esa línea va a haber otra cara más en el infierno!” Al escuchar eso, el mexicano se detiene y le dice a Barber: “Ahorita vuelvo” mientras que el guardia que se encuentra sobre la frontera presenta armas y con el rifle trata de cortarle el paso.

Y aquí las versiones difieren: mientras la estadounidense dice que Gallegos le dispara al guardia, hiriéndole, la mexicana dice que fue el soldado estadounidense quien disparó primero sobre el mexicano, que se llamaba Zeferino Gil Lamadrid, errando el tiro y que después Gallegos disparó sobre el soldado. De cualquier manera, Tucker le dispara al celador mexicano con su revólver. No se sabe si le mató en el acto, ya que mientras unos dicen que murió allí, otros sostienen que sólo fue herido y murió después. También durante este intercambio es muerto Ceceña, además del conserje del Ayuntamiento, José María Célis.

Después de minutos de calma, llegan refuerzos estadounidenses, entre ellos el Cap. Robert J. Mashburn, Comandante del 35° Batallón, quien al mando de unos 200 soldados de color se dirige al oeste de Nogales, ordena colocar una ametralladora arriba del cerro de la Crawford, y envía al Cap. Joseph D. Hungerford a que cruce la frontera y se apodere del cerro de la Calle Elías para controlar desde allí el centro de Nogales, Sonora.

En el asalto del lado este de la población es muerto Hungerford, aunque los soldados continúan su avance por ese lado del poblado. Además, inmediato a la frontera, el Cap. Roy Morledge al mando de la tropa A del 10 de caballería se apodera de los hoteles  Abadie y Escoboza,  desde donde los soldados empiezan a dispararles a los mexicanos.

Al escuchar el estruendo, el presidente municipal de Nogales, Félix B. Peñaloza, sale del Callejón situado entre la Calle Elías y la vía férrea, intentando ponerle alto a la violencia, y cuando se asoma para hablarles a un grupo que está parapetado frente al consultorio del Dr. Priego es alcanzado por un disparo, quedando tirado en la banqueta hasta que “algunos vecinos consiguieron, por medio de cuerdas, y amparados por la esquina atraerlo al callejón antes citado metiéndolo en la Botica del Dr. Priego”. Ya adentro, el médico lo empieza a curar, mientras que Peñaloza permanece consciente y, según declarará después el Dr. Priego, le dice al doctor que “no vaciló en exponerse a una muerte segura pero en su calidad de Presidente Municipal creyó cumplir con su deber, según él mismo me lo manifestó cuando ya estaba herido”. 

Mientras, el Comandante de la Guarnición de Nogales, Son., Cap. Adalberto J. Abasolo, no permite que sus soldados participen en la lucha, aunque reparte rifles a los civiles que acuden al cuartel por la Calle Campillo. Además, donde actualmente se encuentra la Plaza Hidalgo hay estacionado un tren con soldados yaquis, quienes al oír los disparos acuden a ayudar, dirigidos por el Tte. Cor. Enrique Buelna, y suben el cerro situado al este de Nogales con soldados de caballería a desalojar a los estadounidenses. Así se generaliza el combate en la zona aledaña a la frontera.

Al aproximarse la noche se ordena el cese al fuego y la tarde del día siguiente se entrevistan el Gobernador Calles y el Comandante Cabell; acuerdan reabrir el cruce de la frontera por el resto del día y cerrarla nuevamente a las 6 PM. Esa noche del 28 ocurren algunas violaciones al cese al fuego, por lo que se ordena la ley marcial del lado sonorense. Un día después seguirá otra conferencia entre ambos generales, en la que se ordena realizar sendas investigaciones sobre lo ocurrido.

Sunday, August 25, 2013

Los antecedentes del 27 de Agosto de 1918

La fecha cívica más importante de esta frontera, el 27 de agosto, de la que este año de 2013 conmemoramos el 95 aniversario, presento esta serie de artículos en los que explico que, a diferencia de la percepción común, de que fue un hecho aislado, la realidad histórica es que no lo fue, sino que estuvo relacionada con otros eventos, tanto de orden local como internacional.

Venustiano Carranza durante su visita a la actual Escuela Pestalozzi
A fines de 1913 llegaba a esta población Don Venustiano Carranza a a dirigir, desde esta frontera, la revolución contra Victoriano Huerta, aunque poco después afloraban las pugnas interfaccionarias revolucionarias: Carranza contra Villa que aquí, en Sonora, se reflejaron en las ocurridas entre Plutarco Elías Calles y Don José María Maytorena, Gobernador del Estado.

Mientras sucedía ésto, el conflicto entre las naciones europeas auspiciaba la proximidad de la Primera Guerra Mundial, todo bajo la atención continua del Presidente estadounidense, Woodrow Wilson.

Pero eso no era todo. El mundo despertaba también al uso mundial del petróleo como combustible en sustitución del energético por excelencia hasta entonces, que era el carbón. Mientras en 1914 había sólo 1.8 millones de automóviles en la nación vecina, para 1921 habría 10.4, y 26.5 en 1929. Y mientras en 1914 sólo el 3% del tonelaje transportado mundialmente por barco era impulsado por petróleo, para 1921 la proporción subiría al 15% y a casi la mitad para 1934.

Además, si antes de 1914 Estados Unidos era el principal productor petrolero mundial, seguido por Rusia, el panorama cambió totalmente cuando la revolución rusa rompió ese esquema y México, con sus reservas petroleras, se convirtió en el principal exportador y segundo productor mundial de petróleo, y de esa manera despertó la atención mundial sobre las riquezas petroleras mexicanas. Sin embargo, los yacimientos petroleros mexicanos, que se explotaban desde inicios de siglo, no se habían traducido en los ingresos nacionales necesarios para la construcción de México, ya que nuestro país no cobraba impuestos sobre su producción. De 1901 a 1911 se habían exportado alrededor de 25 millones de barriles que no habían pagado un centavo de impuestos petroleros. Para 1916, los impuestos del petróleo alcanzaban el 2% de todos los cobrados, proporción que subió a 4% el año siguiente. Y sin embargo, no fue ésto todo lo que complicó el panorama.

Una caricatura de la expedición, contemporánea a los hechos
La solución del presidente estadounidense Wilson frente a las pugnas entre los revolucionarios mexicanos fue reconocer a fines de 1915 a la facción Carrancista y desconocer a la de Villa, decisión que provocó, como era de esperarse, el enojo de Francisco Villa, quien a principios de 1916 atacó a la población estadounidense de Columbus, Nuevo México. Este ataque, a su vez,  llevó a que Wilson ordenara una expedición punitiva militar que entró a México sin permiso de ninguna autoridad mexicana a principios de 1916, persiguiendo al general revolucionario mexicano.

Además, ordenó la implantación de diferentes medidas para intentar evitar que los conflictos mexicanos cruzaran la frontera.  De esta manera, se fueron estableciendo varias medidas sobre la región fronteriza entre México y los Estados Unidos, las que fueron agravando las relaciones internacionales, por lo que Nogales, al ser frontera, se vio negativamente impactada.

Volviendo a los sucesos, para junio de ese 1916, temiendo que a Sonora le pasara lo mismo que a Chihuahua, por donde había penetrado a México la expedición punitiva buscando a Villa, también se temía que por Nogales entrara otra expedición militar estadounidense a Sonora, e intentando prever sus consecuencias sobre esta entidad, el gobierno del Estado ordenó que se realizara un inventario de los alimentos con que se contaba, previendo alguna invasión a Sonora.

Además, la tensión provocada por estos rumores se elevó tanto, que en julio de ese año de 1916 se ordenó que toda la población nogalense evacuara a esta entonces Villa. Sin embargo, estos rumores resultaron ser falsos, por lo que paulatinamente la calma retornó a esta frontera y su población regresó a sus hogares, y poco después se retiraba totalmente la expedición punitiva estadounidense de México sin haber logrado su meta de apoderarse de Villa. Pero parecía que apenas se resolvía una situación cuando surgía otra nueva. En febrero de 1917 era promulgada una nueva Constitución en nuestro país. De sus artículos, el 27 era uno de los más importantes desde el punto de vista de las relaciones internacionales mexicanas, ya que consideraba que todas las tierras, aguas, así como el subsuelo y sus recursos (entre ellos el petróleo) le pertenecían a la nación. No era de extrañar, entonces, la preocupación entre los productores privados extranjeros por la promulgación de esta Constitución.

El camino que escogió la nación vecina frente a esta situación, intentando ejercer presión sobre México, fue adoptar más respuestas radicales.  Entre ellas estuvo la imposición de los pasaportes en diciembre de 1917, y que además, para hacer cumplir esta medida fueran colocados guardias a cada cierto número de pasos en la frontera, los que no advertían que no lo hicieran a quienes intentaban cruzarla sino que únicamente les disparaban. Esta disposición fue la causa de que murieran muchos mexicanos en forma totalmente innecesaria durante los meses previos al 27 de agosto de 1918.

Merece que cite aquí la protesta del Alcalde nogalense, Félix B. Peñaloza, a esa situación: "... siendo en mi concepto de toda consecuencia haga Ud. una enérgica reclamación para poner un ´hasta aquí´ a los hechos criminales que ostentan con derroche de lujo los centinelas americanos contra nuestro pueblo, que conceptúan en estado salvaje provocando con sus desmanes a un conflicto internacional que debemos evitar..."


Sunday, August 18, 2013

La frontera nogalense durante la revolución

Ya vimos en esta serie de artículos que escribo, dedicados al 95 aniversario de la gesta heroica del 27 de agosto, cómo se desarrolló la región fronteriza de Nogales durante el porfiriato.  Ahora cubriré cómo era Nogales al iniciar la revolución mexicana, un poblado que se extendía, a lo largo de la cañada, hasta la entrada de la actual Cañada Héroes.

La Calle Internacional de Nogales
Por entonces no había ninguna restricción al cruce de la frontera. Las únicas mnifestaciones visibles que había una frontera internacional allí eran lo ancho de la Calle Internacional, por un lado, y la existencia de varios monumentos internacionales a lo largo de la línea fronteriza, de los que el número 122 destacaba por entonces (éste se encuentra en el centro mismo de la foto a la derecha, en donde Sonora está a la izquierda y  Arizona a la derecha). Y un poco más allá, a un lado de la vía férrea que como hoy, también entonces cruzaba la frontera, la estación del ferrocarril de Sonora (son los edificios obscuros en el centro de la fotografía, uno a cada lado de la misma y que, por cierto, se puede apreciar un ferrocarril que va cruzando la frontera), y más al Sur el edificio de la aduana (apenas se distingue una pequeña cúpula en la imagen), y enseguida de éste, hacia el Norte, la Plaza 13 de Julio con su quiosco (la pequeña zona arbolada a la izquierda de la imagen). Al poniente de la plaza, las distintas residencias de la élite nogalense de entonces se extendían a lo largo de la Calle Pesqueira, mientras que junto a la frontera estaba la residencia del principal agente aduanal nogalense, Próspero Sandoval.

Por otro lado, la calle comercial de Nogales era entonces la Elías, que en Arizona se convierte en Morley después de pasar uno a un lado del Monumento Internacional 122. En la Calle Elías podían encontrarse desde restaurantes como el Cazabón (un edificio que aún existe y cuya fotografía aparece a la izquierda), que ofrecía a los comensales ostiones que recibía diariamente por ferrocarril desde Guaymas, o bien hoteles como el Escobosa, situado en el extremo Norte de la Calle Elías, al Sur del Monumento 122 y frente al edificio del Cazabón, o bien tiendas como la de Lelevier, en donde se ofrecían los mejores artículos de vestir europeos.

Ese fue el escenario bajo el que se desarrolló la revolución mexicana cuyo primer periodo, el maderismo, no tuvo repercusiones locales. Las complicaciones surgieron después del cuartelazo de Huerta y del asesinato de Madero.

Seguiría el pronunciamiento de Venustiano Carranza y, aquí en Sonora, el levantamiento de las fuerzas de Alvaro Obregón que escogió a Nogales para realizar su primera acción de armas con la toma de esta población, y de esa manera convirtió a Nogales en la base inicial del movimiento revolucionario.

Vendrían después las pugnas entre Plutarco Elías Calles y el gobernador con licencia, José María Maytorena, las que llevaron a una reunión el 28 de julio de ese año de 1913 aquí en Nogales, entre las distintas facciones, aunque sin ningún avance. Pero otorguémosle la voz a Don José Vasconcelos, uno de los grandes filósofos de América, quien visitó a esta población por entonces:

“Llegamos a Nogales horas después de la Junta que absolvió a Maytorena de los cargos de sus enemigos y lo confirmó en el mando. Para asistir a dicha Junta, habían venido desde el sur a Nogales, muchos jefes. Entre todos, el que más pesaba era Obregón. A tal punto, que bastó con que él asumiera la defensa del Gobernador para que la discusión terminase y se disolviese la Asamblea al grito de ¡Viva Maytorena! … En Nogales me tocó alojarme en la misma alcoba con Miguel Alessio Robles.”

El edificio de este hospedaje compartido por Vasconcelos fue el hotel Escobosa, una construcción de piedra de dos niveles edificado a finales del Porfirismo y por lo tanto con sabor francés que, afortunadamente, continúa en pie, aunque dedicado a otros fines. Pero regresemos con Vasconcelos:

“Nos despertaron de mañana las cornetas de una compañía de yaquis que pernoctaba en los bajos del hotel. La impresión fue magnífica. Ya no éramos los perseguidos que despiertan sobresaltados. La fuerza que tocaba dianas estaba al servicio de la justicia y amparaba a los hombres honrados… la noche anterior, había llegado tarde y no ví nada del pueblo. En vano buscaba las nogaleras que sin duda le habían dado nombre. Apenas uno que otro árbol en calles apartadas y el centro una fealdad sin alivio, casas pequeñas, de ladrillo, interiores sórdidos, polvo en todas partes, descuido, y no por pobreza, por incultura.”

Pasaron nuevamente los meses y Don Venustiano Carranza también escogería a Nogales como base de operaciones del movimiento armado, y llegó a esta frontera a finales de ese año de 1913. Pero otorguémosle ahora la palabra a Martin Luis Guzman, quien nos ofrece una crónica del Nogales de entonces:

Martín Luis Guzmán
“Ya había anochecido cuando Alberto J. Pani y yo llegamos a Nogales. En la estación –feo cobertizo semejante a los que acabábamos de ver en el largo trayecto arizonense, sólo que aquí con la peculiar pátina mexicana- nos esperaban varios amigos y amigos de amigos… atravesamos una calle y caminamos un tramo de otra: ya estábamos en el hotel. La puerta daba a un pasillo que se convertía, por el fondo, en escalera… Una figura conocida apareció en lo alto y se mantuvo allá… era Isidro Fabela... se fueron abriendo las puertas de los cuartos y empezaron a salir por ellas hombres de la Revolución: salió Adolfo de la Huerta; salió Lucio Blanco; salieron Ramón Puente, Salvador Martínez Alomía, Miguel Alessio Robles y otros muchos…”

Después de dejar sus cosas y arreglarse en el Hotel Escobosa, los viajeros fueron a hablar con Carranza, al cercano edificio de la Presidencia Municipal, que se encontraba situado entonces en la esquina de Campillo y Juárez y frente al de la Aduana. Ese era el Nogales donde inició la revolución mexicana, a unos pasos del Monumento Internacional número 122.

Sunday, August 11, 2013

La región fronteriza de Nogales durante el porfiriato

La mojonera internacional en 1864
Después de la erección de la mojonera internacional en la cañada de Los Nogales en 1855, el rancho sufrió algunos cambios. Parte del mismo fue vendido a José Pierson, de Terrenate, y una mitad indivisa del terreno restante a Juan Pedro Camou; eran los años posteriores al periodo aciago de las Guerras de Reforma y de la intervención francesa; era cuando iniciaba el desarrollo económico de México y de Sonora; cuando en el Territorio de Arizona se construía un ferrocarril que lo atravesaba y que en marzo de 1880 fue inaugurado en Tucsón.

Este ferrocarril, a su vez, ocasionó un enorme crecimiento del contrabando hacia Sonora, el que sería cansado extenderme; aunque en respuesta  el gobierno federal mexicano estableció, el 2 de agosto de 1880, cuatro aduanas para resguardar la frontera sonorense con Arizona, en Quitovaquito, Sásabe, en Los Nogales y San Pedro Palominas (En este enlace puedes ver su ubicación e historia).  Dos años después era inaugurado en Los Nogales el Ferrocarril de Sonora a un lado de la mojonera de piedras que definía la frontera. Y aunque los condueños del rancho intentaron denunciar por entonces las demasías del mismo, la solicitud les fue negada, primero debido a que Pierson no era ciudadano mexicano y después porque el Juez de Distrito ordenó suspender “la adjudicación hasta que se sepa si perjudica o no a la creciente población de Nogales.”

Esto se debía a que el crecimiento del comercio internacional había llevado a que el 11 de julio de 1884 el gobierno del Estado fundara a la Población y al Municipio de Nogales, el que en su segundo artículo autorizaba al ejecutivo “para que arregle con los dueños del terreno … la adquisición de solares y de todas las ventajas que sean necesarias para facilitar el progreso de la expresada municipalidad.” 

Así fue cómo el 28 de agosto siguiente se celebraba en Hermosillo un contrato entre el Gobernador de Sonora y los condueños del terreno para que éstos cedieran “para el establecimiento del fundo legal un cuadrado de un mil doscientas varas por lado, hacia el Sur de la línea divisoria con los Estados Unidos,” aunque se reservaron algunos lotes para ellos mismos. Así fue cómo surgió la población de Nogales, no como alguien ha intentado decirnos debido al establecimiento de la aduana local ni al ferrocarril, sino al incremento del comercio internacional.

La mojonera internacional y la cantina de Brickwood
Pasaron los años, y durante los inicios de la entonces Villa de Nogales y para separar las poblaciones sonorense y arizonense únicamente del lado mexicano una calle, la actual Internacional que entonces se llamaba Camou, separaba los territorios de ambas naciones, mientras que del lado estadounidense las construcciones se aglomeraban sobre la frontera misma al grado de que alguien con sentido del humor llegó a decir que la pintura de sus paredes se encontraba en México; mientras, la mojonera de piedras erigida en 1855 había ido quedando cada vez más relegada y ahora se recargaba sobre una pared de la cantina de Brickwood que también estaba sobre la frontera misma, aunque en Arizona. En otras palabras, la pared Sur de la cantina corría a lo largo de la frontera misma, como se ve en la imagen adjunta en la que Sonora aparece a la derecha, y de esta manera la caja de cigarros que también aparece en la imagen, se encontraba colocada en el porche o cobertizo que ya estaba en México; en ella, el dueño de la cantina guardaba su producto y lo vendía, y de esta manera evadía el pago de impuestos estadounidenses.

El Monumento 122 recien instalado
Entre 1891 y 1896, debido a que las mojoneras construidas por Emory en la divisoria se encontraban ya muy dañadas, los Ing. J. W Barlow y Jacobo Blanco, de la Comisión Internacional de Límites, las renovaron. Las 52 mojoneras de piedras originales fueron reemplazadas por 258 obeliscos metálicos que son los que aún hoy persisten, y entre ellos estuvo el número 122 que reemplazó a aquella mojonera recargada sobre la cantina de Brickwood, a la que se le construyó un nicho en la pared del edificio para protegerlo, aunque de cualquier manera ese obelisco únicamente funcionaba como delimitante de los territorios de ambas naciones sin alcanzar a tener otra función,  ya que por entonces no existía ninguna restricción al cruce de la frontera por los ciudadanos de ambas naciones.

La Estación del Ferrocarril sobre la frontera misma
La ausencia de calle internacional en la ciudad vecina, sin embargo, no duró mucho, ya que el 25 de junio de 1897 el presidente estadounidense, William McKinley, ordenaba la demolición de todos los edificios en una franja de 60 pies del lado estadounidense como reserva pública, tanto al este como al oeste del recién establecido Monumento No. 122.  Entre las construcciones afectadas estuvo la estación del ferrocarril, una edificación de madera que atravesaba la frontera, parte de la misma en México y parte en Estados Unidos, la que fue dividida en dos y cada sección recorrida hacia su nación para dejar libre la franja fronteriza; simultáneamente,  la cantina de Brickwood, sobre cuya pared se había alojado la mojonera internacional y en donde, en 1895, Clegg y Sheeline habían realizado las primeras exhibiciones nogalenses del kinetoscopio, antecesor del cinematógrafo, también desapareció.

Las dos Calles Internacionales en Nogales en la década de 1930
Así fue cómo la Villa de Nogales desde entonces contó con una calle Internacional del lado estadounidense, separada de la Internacional sonorense  por el monumento 122 (que en la imagen de la izquierda no se alcanza a ver, por estar obstruido por la garita que aparece en el centro de la fotografía), un obelisco que atestiguaba el crecimiento y prosperidad promovidos por el comercio internacional que siempre utilizó a esta localidad; era una Villa que inmediatamente empezó a crecer en población e importancia para Sonora, y para 1910 alcanzaba una población cercana a los 4,000 nogalenses.

Sunday, August 4, 2013

La medición de la frontera en Los Nogales

En el artículo anterior de esta serie leíamos acerca de los orígenes del rancho Los Nogales en 1843, aunque no fue ésta la última ocasión en que su dueño, José Elías, acudió a las autoridades en relación con éste, ya que el 12 de octubre de 1854 nuevamente pedía a la Tesorería Departamental una constancia de la legalidad de su posesión, debido a que “…mis papeles del Rancho de La Casita tienen los requisitos que requiere el Artículo 6 de el reciente Tratado de la Mesilla para que el gobierno norteamericano respete los que queden dentro del territorio que le ha cedido nuestro gobierno. Y como pueda ser que mi relacionado rancho sea de los comprendidos en esa línea  por estar situado poco más o menos en el grado 31 de latitud Norte, quiero, para evitar enteramente todo motivo de cuestión, tener una constancia de que está registrado o anotado en uno de los archivos de tierras de la República, como lo es el que existe a cargo de esa Tesorería…” 

Ya conocemos la historia del Tratado de la Mesilla por lo que no me extenderé en esta ocasión sobre ésta; también sabemos que Casita no fue afectado por los límites establecidos por el Tratado de La Mesilla, aunque Los Nogales sí lo fue, ya que la frontera en esta región, definida por el Artículo 1 de este Tratado, dividió en dos al rancho (En el artículo anterior de esta serie aparece un mapa interactivo del rancho junto con la frontera. Puedes hacer click aquí para leerlo).

De cualquier manera, el gobierno de México le entregó a Elías copia de los expedientes que solicitaba. Para entonces, José Elías había casado con Ana Salazar, nacida en La Cieneguilla, Sonora e hija de un rico minero, Teodoro Salazar, descubridor de los famosos placeres de oro de Santo Domingo en esa misma región en 1803. No quiero cansar la atención del lector y extenderme sobre el tema de genealogías, pero no puedo dejar de mencionar que entre los hijos de este matrimonio estuvo Guilebaldo Elías Salazar, quien vivió en Magdalena y fue padre, entre otros, de otro Guilebaldo y de Carlos, a su vez padres respectivamente de Leopoldo Elías Romero, quien fuera Alcalde de Nogales y de Ernesto Elías Cañedo, destacado hombre de negocios nogalense y abuelo de la actual Primera Dama de Nogales. Pero regresemos a nuestra crónica…

El Tratado de la Mesilla (puedes hacer aquí click para leer sobre los Tratados Internacionales entre Estados Unidos y México) estipulaba que la frontera de México en esta región de Sonora quedaría delimitada por el paralelo 31° 20” hasta el meridiano 111°, de donde partiría la sección azimutal rumbo al río Colorado, por lo que únicamente faltaba marcarla sobre el terreno.

Para realizar esta tarea fueron nombrados dos Comisionados de Límites, William Emory por los Estados Unidos y José Salazar Ylarregui por México, aunque las convulsiones políticas que azotaban a nuestro país llevaron a que José Salazar fuera arrestado y por eso no pudo realizar su tarea. Emory, por su lado, inició él sólo su labor de marcar la frontera partiendo de El Paso del Norte en Febrero de 1855, y en mayo de ese año llegaba a las casas del rancho Los Nogales, situadas dentro del actual Nogales, Arizona, en la salida de la carretera a Patagonia. Allí se dedicó a medir astronómicamente la ubicación del lugar y encontró por un lado que el meridiano 111° se encontraba a unos 12 Km más hacia el Oeste, y que el paralelo 31° 20,” o sea la frontera, cruzaba al Arroyo Los Nogales un poco más hacia el Sur de las casas del rancho, lugar en donde ordenó que fuera colocada una mojonera de piedras.




Esa mojonera internacional, a unos pasos de la actual garita de la calle Elías, lugar que por supuesto estaba totalmente despoblado entonces, al igual que hoy se encontraba amparada por el acantilado que forma el cerro de la hoy calle Elías. A un lado pasaba el camino de herradura que comunicaba al Norte de Sonora, Imuris y Magdalena hacia el Sur, con los asentamientos situados más hacia el Norte, como Tubac y Tucsón; además, un matorral de carrizos intentaba ocultar al arroyo. Sabemos todo ésto porque junto con sus mediciones, uno de los expedicionarios, John E. Weyss, dibujó varios paisajes del valle de Los Nogales que se han conservado.

Pasaron unos días y la sección mexicana, encabezada por el Cap. Francisco Jiménez, venía realizando las mediciones desde el Oeste y llegó también a Nogales. Allí, Jiménez le dijo a Emory que el acuerdo era que ambas Comisiones debían determinar, en forma independiente, la confluencia del meridiano 111° con el paralelo 31° 20”, a lo que Emory le respondió que él ya la había determinado y que si creía que la sección estadounidense sería capaz de intentar engañarle, a lo que Jiménez respondió que nadie podría intentar realizar un fraude que le costara su propia reputación, por lo que accedió a las mediciones realizadas y puntos ubicados por Emory.

Después, ambos comisionados abandonaron la cañada de Los Nogales y regresaron a sus respectivas capitales nacionales a escribir sus informes. Mientras, la cañada de Los Nogales regresó al silencio de los siglos que únicamente duraría pocos  años más; dejaban atrás aquella mojonera de piedras que marcaba una nueva frontera internacional, una mojonera de la que tal vez nadie, por entonces, percibía su importancia.