Sunday, February 24, 2013

Villa en Cananea


El General Francisco Villa, quien para finales de 1915 había sido desconocido por los Estados Unidos y después de la derrota que sufrió en Agua Prieta llegaba al Norte de Cananea, no tenía ni alimentos ni agua para mantener el  ejército que le quedaba y en consecuencia su principal preocupación era conservar sus fuerzas armadas lo mejor que pudiera. Es posible que con su derrota hubieran brotado las insurrecciones, de otra manera no se pueden entender las acciones que tomó, que le atrajeron la enemistad de los sonorenses, que hasta entonces habían sido encaminadas a sostenerlo.  Así,  para conseguir pertrechos, envió, empezando noviembre de ese año de 1915 a una fuerza de 150 hombres al mando del Coronel Jesús Beltrán a Cananea, seguidos de  algunos millares de soldados; le exigieron a los funcionarios estadounidenses de la mina que les pagaran un impuesto de $25,000 dólares por la producción de la mina aunque, poco después, Villa cambió de parecer y pidió 20,000 sacos de harina, 5 sacos de azúcar, 2 de sal, café, un camión para transportar esa mercancía desde Naco, varios cientos de caballos y ganado; además, el General José Rodríguez entró al Banco Mercantil de Cananea y exigió que le entregaran $50 mil pesos plata del banco y $43 mil de la compañía. Todo ésto lo sabemos porque se ha conservado documentación sobre esos hechos.
El valle de Villa Verde, desde uno de los cerros de la región
Al autor de estas líneas le tocó la fortuna de haber sido guiado por un cananense amante y profundo conocedor de la historia de su región, el Ingenero Humberto de Hoyos, a Villa Verde, situado al noreste de Cananea, lugar donde acampó Villa, y ver allí los restos de las fortificaciones de los villistas.

Es un enorme valle que se extiende más allá de la frontera, cortado por pequeños arroyos que, aquí y allá, también interrumpen algunas lomas en donde aún se pueden ver las trincheras villistas, mezcladas algunas con sitios prehispanos que dejaron los habitantes nativos del valle; son fortificaciones que llevan al visitante actual a preguntarse cómo se explicarían los villistas aquellas trincheras ya existentes allí cuando llegaron ellos y a nosotros a preguntarnos: ¿Cómo sabemos que esas trincheras datan de dos épocas diferentes, del Sonora prehispano y de la época villista? Por los petroglifos y los cartuchos vacíos que han quedado; por la lítica y cerámica indígenos y los viejos rifles que han sido recuperados allí. Pero regresemos a nuestra crónica…

Las trincheras villistas en la falda de una de las lomas.
El día siguiente al de la petición de Villa eran retirados $25,000 dólares del banco de Bisbee y se los entregaron a Villa, quien prometió no saquear a la población de Cananea, en donde entonces vivían unas 15,000 personas, aunque el 16 de noviembre se reportó que las tropas de Villa habían entrado a Cananea y saqueado la población.

Además, dos trenes llenos de botín fueron enviados a Nogales, aunque una de las máquinas, la número 11, se quedó sin combustible, ya que funcionaban con carbón, combustible que no había en existencia en el mineral entonces. Los villistas que iban en el tren intentaron continuar en ella rumbo a Nogales  usando como combustible leña empapada en grasa animal, aunque falló la maniobra y la locomotora con su carga tuvo que ser abandonada en la vía.

El Gral Rodríguez
Villa, por su lado, quien como dije tenía su base de operaciones en Villa Verde, únicamente visitó Cananea por unas horas, aprovechó la oportunidad para dar algunos discursos y finalmente partió del poblado el 20 de noviembre con la intención de atacar y apoderarse de Hermosillo, capital del Estado. En Cananea se quedó la fuerza principal del ejército villista al mando de uno de los fieles villistas, el General José Rodríguez, quien había acordado con Villa reunirse después con él para atacar, juntos, la capital del Estado.

Sin embargo, para entonces las fuerzas constitucionalistas habían rodeado al mineral y al darse cuenta de ello, Rodríguez dividió a sus tropas en grupos pequeños para intentar escapar. Uno se dirigió al Ojo de Agua y por allí se deslizó entre las fuerzas constitucionalistas para escapar a Chihuahua. Otro grupo, que mandaba el Coronel Beltrán se apoderó de dos trenes y se dirigió a Puertecitos con la intención de escapar por allí. Mientras, en Nogales, las tropas villistas que se habían apoderado de la población se dedicaron también a saquearla y quemaron los archivos municipales y del Catastro Municipal, saqueo que duró hasta el día 25, cuando fueron expulsados por las tropas constitucionalistas al mando de Lázaro Cárdenas.

El Gral. Rodríguez cuando Villa era gobernador de Chihuahua
Finalmente, el 28 de noviembre, las tropas de Rodríguez y de Beltrán atacaban Nacozari, para después intentar regresar a Cananea. Sin embargo, fueron rodeados cerca de Fronteras, en donde fueron derrotados el  12 de diciembre por los constitucionalistas. De este escape ha quedado una leyenda en Cananea, de que después del enfrentamiento en Puertecitos, los villistas tuvieron que abandonar o esconder parte de su botín, que permanece escondido en alguna parte de la sierra, cerca de Puertecitos.

Villa, por su parte, atacó Hermosillo sin los refuerzos de Beltrán o Rodríguez y fue derrotado, para después retirarse rumbo a Chihuahua, y ese fue el momento en que ocurrió la conocida como Masacre de San Pedro de la Cueva, cuya descripción no le corresponde a esta crónica. Después, Villa abandonaría definitivamente Sonora y los constitucionalistas quedaron dueños del Estado.

Sunday, February 17, 2013

Cananea durante la revolución mexicana


Así fue cómo, después de la renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia de México, seguida de nuevas elecciones en las que asumió la presidencia Francisco Ignacio Madero, todos pensaron que la época más difícil de la revolución había pasado aunque, hoy lo sabemos, eso no era más que el principio de la verdadera revolución mexicana.

La principal falla del gobierno maderista fue ofrecerles muy poco mejoramiento económico a los obreros y campesinos y concentrar sus esfuerzos en apoyar una mayor libertad política en el país. Eso llevó al descontento de algunos sectores de la sociedad; al levantamiento en oposición al maderismo de Emiliano Zapata en el Sur del país y a su apoyo a la insurrección de Pascual Orozco en el Norte, en Chihuahua, ese 1912.

En el Norte de México, la subsecuente derrota de Orozco en Chihuahua forzó a que el movimiento orozquista se trasladara a la región serrana oriental de Sonora: a las minas cercanas a Cumpas; a los pueblos del Río de Sonora, como Aconchi que fue bombardeado con dinamita; a poblaciones sonorenses en donde aún hoy se mantiene el recuerdo de esas resistencias en los nombres de sus calles y en su memoria colectiva; o bien a actos de orozquistas como el del General Emilio Campa, quien a finales de agosto de 1912 quemó los puentes ferroviarios aledaños a Santa Cruz, además de tomar al poblado, lo que interrumpió el tránsito en la vía férrea que aún hoy une al mineral de Cananea con Nogales. O bien al ataque al pueblo y mineral de Nacozari por el orozquista Antonio Rojas, hecho que llevó a que los hermanos Douglas, dueños de las minas, intentaran formar una fuerza armada filibustera estadounidense en Arizona para proteger sus intereses mineros, aunque no lograron reunir a suficiente gente y el proyecto quedó abortado. De esta manera, la frontera internacional conservó hasta entonces su carácter delimitador de los conflictos políticos.

Siguió entonces el golpe de Estado de Victoriano Huerta contra el gobierno de Madero en febrero de 1913, estos días hace cien años, seguido del arresto del presidente por órdenes de Huerta, y horas antes de que fueran muertos el presidente Madero  y el Vicepresidente Pino Suárez, el día 21 el ayuntamiento de Cananea se declaró en oposición a Huerta, todo como antesala de la oposición casi total de Sonora contra el huertismo.

Carranza durante su visita a Puertecitos
Vendría después la siguiente fase revolucionaria, dirigida ahora por Venustiano Carranza; y cuando tanto Nogales como Cananea fueron recuperados por la oposición contra Huerta, Carranza escogió a Sonora y en particular a Nogales para formar su gobierno. Durante este periodo visitaría los poblados aledaños a Nogales, y Cananea y Puertecitos no pudieron quedar olvidados (en la imagen de la derecha aparece el momento de su visita a este último lugar. Se puede apreciar al centro a Carranza, rodeado de José María Maytorena a la izquierda e Ignacio Pesqueira a la derecha, además de otros personajes que pronto después lograrían prominencia regional o aún nacional, como Adolfo de la Huerta, entre otros).

Sin embargo, este periodo de aparente armonía entre los revolucionarios no duró mucho y fue seguido por la división en facciones revolucionarias y la guerra intestina entre las fuerzas de Maytorena y Francisco Villa por un lado, y las de Calles y Carranza por el otro, la que se expresó a través del famoso Sitio de Naco y con éste, el impedimento a exportar los productos de la mina cananense. Esta contienda obligó al cierre de la mina en agosto de 1914 y al despido de 4 mil mineros mexicanos y de doscientos estadounidenses y a que únicamente diez estadounidenses y cuarenta mexicanos se quedaran en las instalaciones para protegerlas, al mismo tiempo que la situación económica de los residentes de la región era cada vez peor.

Así, el agente consular Charles Montague escribiría haber visto cómo miles de residentes del Norte de Sonora: “han estado sufriendo una magra existencia lavando oro, cazando, acarreando leña y demás, mientras que otros se han unido a los distintos ejércitos que pasan por la región.” Y agregaba: “durante los últimos meses he visto evidencia de más sufrimiento en Cananea que todo lo que he visto antes.” Y al igual que en Cananea, esa crisis se manifestaba en todas las regiones de Sonora, con inestabilidad económica, con asaltos y una infinidad de rumores, a los que se agregaba el que Francisco Villa, que para entonces había roto abiertamente contra la facción de Carranza, se preparaba para invadir Sonora.

Finalmente, ya para terminar 1915 los Estados Unidos reconoció a la facción carrancista dentro del movimiento revolucionario, y Villa, opositor de Carranza, invadió entonces a nuestro Estado y atacó Agua Prieta. Pensaba que ese puerto fronterizo estaría protegido únicamente por unos pocos, cansados, soldados carrancistas, aunque fue rechazado con enormes pérdidas debido a que Estados Unidos habían permitido que cuatro vagones de fuerzas constitucionalistas viajaran por su territorio y reforzaran a las tropas de Agua Prieta. Eso provocó su ira, aunque el espacio se me agota por lo que retomaré el tema en mi próximo artículo…

Sunday, February 10, 2013

El Inicio de la Revolución Mexicana y Cananea

La pérdida del control económico por Greene de Cananea fue una especie de aviso de lo que pronto afloraría en lo social en nuestro país, una ansia de modernidad que no lograría expresarse clara y precisa debido a que había por entonces, en abierta contienda entre sí, muchos proyectos de modernidad: fuesen éstos los de las clases altas o los de las bajas, de lo naciente urbano o de lo rural, y aún de vertientes nacionales o internacionales de lo que debería ser el México “moderno.”

Abrán Salcido. Foto de cuando estuvo preso en Yuma
Fueron eventos que ya habían sido anunciados no únicamente por la huelga en el mineral sonorense sino por otras manifestaciones de inquietud social que se extendían a lo largo de toda la frontera entre Sonora y Arizona. En otras palabras, las fronteras internacionales no fueron frontera para esas manifestaciones de inquietud.

Así estuvo la huelga en el mineral arizonense de Clifton-Morenci, de 1903, impulsada por mexicanos, muchos de ellos hoy olvidados como Abrán (sic) Salcido, o Wenceslao Loustaunau.  Por ejemplo, cuando Salcido participó en Morenci ya era un avezado luchador social que a los 22 años de edad había participado en el ataque a la aduana de Nogales del 12 de agosto de 1896, asalto realizado por seguidores de Teresa Urrea.

Y ya después de la huelga, en el mineral se escuchaban rumores de que Salcido, recién salido de la prisión de Yuma debido a su liderazgo de la huelga del mineral arizonense, planeaba “marchar a Sonora y levantar la bandera de la insurrección,” rumores que llevaron a que fuera arrestado, ahora en México, y confinado en San Juan de Ulúa, aunque su arresto tampoco logró acallar los tambores de guerra.

Para 1910, los rumores de insurrección ya se habían extendido por toda la región. Para entonces, un personaje que en forma casi desconocida recorría todo el país en una quijotesca campaña en la que contendía por la presidencia de la república contra Díaz, y que se llamaba Francisco Ignacio Madero, acababa de visitar Hermosillo en su campaña y planeaba llegar al mineral de Cananea para realizar allí otro mítin, aunque le advirtieron que se preparaban algunos actos violentos para recibirle en el mineral y fue por eso que en forma incógnita, el 13 de enero de ese 1910 llegó a esta frontera y por aquí, por Nogales, cruzó la frontera internacional y de aquí se dirigió por tren a Ciudad Juárez para regresar al centro del país.

De esta manera transcurrieron los meses de ese 1910, e iniciando el verano todo era un hervidero de rumores de que toda la región entre Douglas y Nogales, pasando por Cananea, sería atacada por los sublevados que preparaban una gran insurrección. Fue una inquietud alimentada poco después por el llamado que hiciera Madero al levantamiento armado para noviembre de ese 1910 cuando le fue arrebatada la Presidencia en las elecciones.  Para entonces, no únicamente esta región fronteriza estaba llena de inestabilidades, sino también la rural de Sonora y Chihuahua a través de la insurrección promovida por Pascual Orozco en los pueblos mineros de Chihuahua, inestabilidad  que se extendería al Noreste de Sonora con ataques como el de José de la Luz Blanco al mineral del Tigre, o aún en abril 13 de 1911, cuando Red López tomó Agua Prieta para después desaparecer sin dejar huellas de su paso: algunos de sus seguidores se refugiarían en la Sierra de los Ajos frente a Cananea, otros cruzarían la frontera, pero lo asombroso fue que no dejaron huella detrás de ellos: era como si la tierra se los hubiera tragado.

Un mes después, Juan Cabral, un sonorense nativo de Minas Prietas  que había estudiado primero en el Colegio de Sonora y luego en la Universidad de Arizona, se presentaba procedente de Arizona  acompañado de una pequeña fuerza armada ante el mineral de Cananea y exigió su rendimiento, y después de algunas negociaciones entró al poblado el 12 de mayo, tomándola sin realizar un sólo disparo, en un  evento que describiría el periódico arizonense “Douglas Daily International:” Cabral “fue casi arrancado de su caballo por sus admiradores, los que le colgaron al cuello guirnaldas de flores,” mientras que para los empresarios de la mina, la toma de Cananea se había realizado “de la forma más ordenada y legal posible.”

Días después, el 21 de mayo el para entonces líder del movimiento insurreccionista mexicano, Francisco Ignacio Madero, tomaba Ciudad Juárez, y en Sonora nombraba a José María Maytorena como Gobernador del Estado y a Agua Prieta como la capital provisional del Estado. Y el  25 de mayo, Porfirio Díaz renunciaba a la Presidencia de la República, renuncia que sería seguida por elecciones en el país para escoger un nuevo presidente, y Madero resultó electo. Todo mundo pensaba que con esa elección la inquietud social en México había terminado. Lo que no sabían era que esto era apenas el comienzo de un movimiento revolucionario que estremecería al país por más de un lustro.


Sunday, February 3, 2013

El Final de Greene en Cananea


La huelga de Cananea define el inicio del final del imperio minero de William Cornell Greene. Durante el movimiento huelguístico, el patio maderero había sido incendiado con una pérdida de $350 mil dólares, que la compañía aseguradora no cubrió. Además, la salud de Greene ya no era la de antes, las presiones emocionales y excesos le habían provocado una angina que le obligaba cada vez más a descansar.

Por otro lado, la interconexión financiera entre sus múltiples empresas debilitaban la estructura del castillo que había formado, ya que bastaba con que a una empresa le fuese mal para que todas las demás sufrieran las consecuencias. El precio del cobre era alto por entonces, lo que producía un margen de ganancias suficiente, aunque el mineral que se extraía contenía cada vez menos cobre, un promedio de 3.5% y más azufre, lo que obligaba al uso de quemadores y de una mayor capacidad reverberadora del mineral; es decir, era más caro y requería de más trabajo para producirlo, y en consecuencia se necesitaba más capital para invertir en desarrollo, aunque por otro lado, para el año fiscal que terminó en julio de 1906, de un total de 2.8 millones de dólares en ganancias producidas por la mina, apenas unos 70 mil dólares habían quedado para reinvertir en mejoramiento de la infraestructura. En otras palabras, era necesario conseguir más capital en algún lugar para realizar esas mejoras.

El error de Greene fue buscar el dinero necesario para las mejoras requeridas en la mina de Cananea con Thomas F. Cole, detrás de quien se encontraba en realidad John D. Ryan, quien el año anterior había sido Presidente de la compañía Anaconda, y ambos eran miembros del Complejo Cuprífero Amalgamado (Amalgamated Copper Complex); es decir, un rival de Greene. Así fue cómo los periódicos informaron a finales de Julio de ese 1906 que Greene se había asociado con Cole, y que juntos habían formado una nueva corporación, la Cananea Central Copper Company, a cambio de 2 millones que recibió Greene en acciones de la Cananea Central.

Posiblemente Greene calculaba que esta operación era meramente una compra de tiempo  y que podría conservar el control de la compañía, como ya le había sucedido a inicios de su carrera, mediante la ayuda de algún otro capitalista. Sin embargo, el 15 de febrero de 1907, en una sesión de accionistas de la compañía, todos los funcionarios leales a Greene fueron reemplazados por otros, leales a los recién llegados. Y aunque el precio del cobre continuó subiendo durante esos meses, ya que por ejemplo alcanzó los 25 centavos de dólar la libra en mayo, en vez de prepararse para alguna crisis financiera futura, Greene invertía su capital recién adquirido en el desarrollo de otras empresas, como minas de oro en Chihuahua, compañías madereras en el mismo Estado, y vías férreas para comunicarlas entre sí y con Sonora.

El problema surgió al ocurrir la crisis económica mundial de 1907, depresión que ocasionó el derrumbe en el precio del cobre.  La primera caída ocurrió en marzo, seguida por otras más, y para septiembre el precio de la libra de cobre llegaba a 15.5 centavos, mientras que el nuevo administrador de la mina tuvo que anunciar que para noviembre cerrarían las minas de Cananea. Además de ello, también por entonces Cole decidió romper su asociación con Greene, lo que llevó a que todos los capitalistas que podían haber invertido en Cananea huyeran, temerosos de inyectarle capital a una compañía que a cada momento se hundía en la bancarrota, y así fue cómo Greene perdió el control de los destinos de la mina de Cananea.



Greene conservaría sus ranchos ganaderos en la región Norte de Sonora y Sur de Arizona y viviría por temporadas en Cananea hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1911 como consecuencia de una caída de su carruaje en el poblado. Para entonces, ya la revolución mexicana había explotado, aunque todavía el movimiento que hiciera estremecer al país no había fructificado en la promulgación de una nueva Constitución, lo que sucedió estos mismos días hace noventa y seis años.

Las deliberaciones para construir esa constitución se llevarían a cabo en el teatro Iturbide, de Querétaro;  iniciaron el 1 de diciembre de 1916 (diez años después de la huelga de Cananea) para concluir las deliberaciones el 31 de enero de 1917. Y finalmente, el 5 de febrero de 1917 fue promulgada la nueva Constitución con el nombre “Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la del 5 de febrero de 1857.”

Esta constitución entraría en vigor el 1 de mayo de ese mismo año, y fue publicada ese mismo día  en el Diario Oficial de la Federación. En ella, en particular en su artículo número 123, se adoptaron la jornada de trabajo máxima de 8 horas, y el reconocimiento de la libertad de asociación de los trabajadores. Es decir, se plasmaban en papel y como obligación en México, como derechos de los trabajadores, muchos de los mismos ideales que habían sido motivo de la huelga de Cananea. Sin embargo, ésto ya no lo vio William Cornell Greene.