Sunday, May 19, 2013

El inicio del programa de industrialización de las maquiladoras en Nogales


Mientras que el principal proyecto para desarrollar la frontera se centró durante las décadas de 1940 y 50 en la promoción turística de Nogales, el gobierno federal de México fue integrando otro alterno que intentaba combatir la problemática que se había ido desarrollando durante el periodo posrevolucionario.  Esta se derivaba de que la principal oferta laboral de Nogales Sonora dependía del turismo, legal o ilegal; además, era una realidad la pérdida gradual del control ideológico y funcional de la frontera por la nación mexicana debido a la creciente influencia económica y cultural estadounidense.

Para entonces, la calle Morley de la ciudad vecina se había convertido en la tienda de alimentos, ropa y artículos hogareños de toda la costa del pacífico mexicana, al grado de transformar, según la  historiadora Alma Ready, al: “dinámico pequeño centro comercial llamado Nogales [Arizona] cuya importancia estaba, y en 1970 continuaba estando, fuera de toda proporción con su tamaño”. Durante esos años la bonanza económica de la población arizonense era envidiable, manejada a través del esplendor que le daba la imagen del “old Mexico”  y simbolizada en unas Fiestas de Mayo que atraían a millares de visitantes, tanto estadounidenses como mexicanos a esta frontera que era abierta a todo el que quisiera cruzarla esos días sin necesidad de presentar o tener pasaporte y realizar allá sus compras, en una situación que se antojaba sería eterna.

Además, en la apreciación general, Nogales Sonora era una “región especial” dentro de México, era un territorio en donde se alimentaba la idea de que los locales lograban soluciones a su problemática sin interferencia de nadie de afuera. Era una ciudad en donde imperaba la percepción de que la región de los “guachos” empezaba al Sur de Nogales, asociando al “guachismo” con corrupción, con ilegalidad. Como si aquí no hubiera corrupción, como si en Nogales no se manejara nada ilegal. Como si la vida nocturna local no existiera, como si no fuese una realidad cotidiana que aún la necesidad más elemental de cualquier mexicano de un refrigerador, una cama o cualquier otro artículo, era satisfecha de inmediato en alguna de las tiendas de la Calle Morley, acompañada de la oferta de entregarlo a domicilio en las puertas mismas de donde viviera éste en Sonora, Sinaloa o donde fuera, como no hubiese frontera, como si esas tiendas no evadieran el pago de impuestos de importación de los productos que vendían, a México.

Aunado a lo anterior, en 1950 la Comisión Internacional de Límites y Aguas había encargado a la Compañía San Xavier Rock and Sand de Tucson construir una cerca limítrofe internacional en la zona urbana con 11 pies de altura, mientras que un año después también el gobierno federal de México establecía el Perímetro Libre Fronterizo, para cuya implementación se construyeron garitas a 5 Kilómetros de la frontera, en la salida sur de Nogales, en los caminos a Mariposas, a Mascareñas y al Sáric, además de rodear la población con una cerca de 18 Kilómetros de largo, poco más de 2 metros de altura y siete hilos de alambre, obras que se concluyeron en abril de 1952. Así se transformó Nogales en una especie de jaula que impedía el libre tránsito afuera del país o hacia el interior del resto de México.

Y a pesar de estos intentos para controlar la región fronteriza nogalense, el intento de solución no funcionó y para 1954 se generalizaban las protestas contra el Perímetro Libre como inservible para combatir el contrabando.

En respuesta, el gobierno federal de México decidió adoptar un programa integral para mejorar la oferta laboral, habitacional y de tiendas nogalenses, y les dio la oportunidad de ofrecerlos primero a los locales, luego a los regionales, después a los poderes nacionales  y finalmente a las compañías transnacionales. La meta era combatir una realidad local en la que no había oferta de productos nacionales en Nogales Sonora, ya que todo se adquiría en Nogales, Arizona. Tal vez la única excepción haya sido una tienda que estuviera ubicada en la esquina de Obregón y Vázquez, COMBUSTIBLES de Ernesto Elías, que inició operaciones en diciembre de 1945 y en la que se ofrecían, además de gas, que era el combustible que había suplido a la leña y petróleo que por décadas  habían calentado y sido utilizados en esta frontera, también otros productos mexicanos modernos, principalmente estufas y refrigeradores.

Además, en lo laboral se ideó el Proyecto de Industrialización Fronteriza que se tradujo en Sonora en la creación, en noviembre de 1961, de la Dirección de Planeación y Fomento Industrial, cuya primera tarea fue realizar el Primer Congreso Industrial de Sonora en abril de 1962, y también fue promulgada la Ley Número 16, de fomento industrial, que contemplaba varios incentivos fiscales para promover la industrialización local.

El diagnóstico y conclusiones del Congreso sirvieron para la elaboración de un plan para desarrollar la industria en nuestro Estado, aunque orientada principalmente a la región fronteriza, y este plan coincidió con el establecimiento de la primera maquiladora en Nogales, COMCO DE MEXICO, la que inició operaciones con un capital inicial de  medio millón de pesos y 18 obreros, mientras que la segunda, MOTOROLA, empezó a funcionar en 1967.

Finalmente, en marzo de ese último año, 1967, el gobierno estatal expropió 60 Hectáreas al sur y afuera de la entonces mancha urbana nogalense, para crear allí un parque industrial, con la idea de fomentar la industrialización nogalense a través “del ensamble mecánico y electrónico de productos principalmente para la exportación...” Este era el inicio de los radicales cambios que vería Nogales en años por venir, y sobre los cuales regresaré en artículos posteriores de esta serie.

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