Sunday, May 12, 2013

El renacimiento de la industria nogalense al concluir la revolución


Durante el tiempo que va desde el inicio de la participación revolucionaria de Nogales, en 1913, mismo que destruye la incipiente industria local, hasta cuando se empieza nuevamente a industrializar esta población fronteriza en la década de 1960, la población nogalense creció de unos diez mil hasta alrededor de cuarenta mil habitantes.

En este medio siglo se manifestaron aquí dos proyectos opuestos sobre hacia dónde orientar la sociedad mexicana y nogalense del futuro. Uno, el local, basado en la solución inmediata, pensaba que la vocación de los nogalenses era el turismo y orientó acorde a ello la estructura socioeconómica de esta frontera, con tiendas de curiosidades, de licores, con venta de diversión de todo tipo. El otro, el federal, más complejo intelectual e ideológicamente, intentó encontrarle otra dimensión a la vocación económica y social de esta frontera. Entonces no se sabía, pero fronteras como Nogales se convertirían en laboratorio de fórmulas nacionales durante el periodo posrevolucionario. Esta vertiente tuvo su origen en una serie de pruebas que realizó el gobierno federal desde el momento en que alcanzó primacía, para definir su papel ideológico y funcional futuro dentro de la estructura de México.

Ya en 1917, durante la revolución, el gobierno federal había iniciado probando su poder con las campañas de “desfanatización “ religiosa,  en las que el Estado Nacional se enfrentó a otro poder, el espiritual, e intentó infructuosamente probar que lo secular era el único camino a seguir.

Después vendría la atención estatal hacia el campo, hacia el agro, creyendo que la fuente de riqueza estaba únicamente en la posesión de la tierra, y así se presentaron los programas de redistribución de  la tenencia de la tierra, basándose en los principios que emanaran del zapatismo en el sureste del país, aunque en esta región, debido a la desaparición de los grupos humanos nativos, esta vertiente tuvo un alcance limitado por causas que quedan más allá del alcance de este artículo.

Después, la atención del Estado se dirigió hacia la construcción de infraestructura agrícola en los grandes valles de nuestro país y se levantaron presas, tanto de riego como hidroeléctricas, lo mismo para incorporar las pocas superficies susceptibles de ser domesticadas y aprovechadas para producir utilizando la tecnología de los “farmers” estadounidenses, o bien para domar las aguas broncas que cíclicamente indundaban los territorios aledaños a los ríos y producir la energía necesaria para el desarrollo nacional, aunque tampoco fue ésta la solución a la problemática fronteriza, región que ni gozaba de grandes superficies de tierras ni de grandes ríos que domesticar.

Entonces fue cuando surgió otra solución, una solución que había permanecido escondida entre los ideales revolucionarios: la necesaria atención por el Estado a lo social. Es decir, los esfuerzos del nuevo México deberían enfocarse, tomando como laboratorio a la frontera, al mejoramiento de los mexicanos mismos. Por ejemplo, ya se preveía este intento de solución en el discurso de toma de posesión de Avila Camacho como Presidente de México en 1940, cuando ofreció: "Combatir la pobreza, elevar el nivel nacional, dar garantías a la propiedad rural, defender la salud del pueblo y apoyar a la juventud"

Y sobrevino la Segunda Guerra Mundial, y al concluir ésta y percibirse los parámetros mundiales posbélicos en los que los Estados Unidos se convertía en el eje rector del siglo XX, el gobierno mexicano se dio cuenta de que era necesario poner una barrera a la penetración cultural estadounidense, y a la vez mejorar el nivel de vida mexicano, empezando en la frontera. Así fue cómo se ideó a finales de la década de 1950  una revaloración de la identidad cultural y forma de vida fronterizos, y así fue cómo se idearon dos caminos para encaminar la frontera hacia  esa ansiada modernidad:

Plano del Fundo Legal de Nogales sobre la orografia
Uno, el Programa Nacional Fronterizo (PRONAF) en 1961, que se encargaría de convertir a fronteras como ésta en un escaparate de la cultura nacional, escaparate que por otras causas finalmente no se realizó en Nogales: los edificios construidos para museos y para infraestructura social tuvieron otros usos o bien fueron absorbidos por el enorme crecimiento en población, y a fin de cuentas la principal herencia local del PRONAF fue mejorar la arquitectura urbana nogalense, adecuándola a la hegemonía del automóvil, ya que debido a que cuando surgió esta población en 1884, Nogales había sido diseñada como una retícula cuadrangular de calles angostas adecuadas para carretas y donde la frontera no era sino el límite de la retícula misma, como si la orografía no existiera sobre esta región (en el plano de la derecha, la zona rellena en rojo corresponde a la vía férrea, que antecedió al nacimiento de Nogales, y que actualmente compite con las calles de la ciudad por el escaso espacio plano existente en la cañada).

El antiguo Fundo Legal en la actualidad
Sin embargo, para mediados del siglo XX ya la carreta tirada por caballos había sido suplantada por el automóvil que regía soberano sobre los territorios mundiales, exigiendo amplias vías de comunicación. Así, el PRONAF se enfrentó a la necesidad de cambiar la vialidad nogalense y construyó avenidas que le dieron fluidez al movimiento automovilístico, que proporcionaron más intercomunicación dentro de un Nogales que ya se adivinaba que se extendería a lo largo de la angosta topografía local, buscando salir a terrenos más adecuados para la existencia humana.

Además, y acompañando al PRONAF, a ese escaparate del nuevo México, escaparate del nuevo Nogales que nacía entonces, la atención federal se dirigió también a los estándares de vida de los nogalenses, con la  conclusión que los nogalenses tendrían que gozar de mejor calidad de vida para poder incorporarlos a la modernidad.

La receta ideada fue mejorar aceleradamente el nivel social fronterizo de vida y cambiar sus métodos de vida, de rurales a urbanos. Así fue cómo se ideó el Programa de Industrialización Fronterizo en 1965, un programa conocido hoy como de maquiladoras, bajo el cual en la frontera mexicana se armarían diversos productos estadounidenses, los que serían regresados después a la nación vecina para incorporarlos al mercado. Así se resolvió el problema de la enorme oferta de mano de obra mexicana que ya no sería utilizada en el agro estadounidense, en el bracerismo, sino en fábricas establecidas en México mismo, en las que se trabajaba bajo condiciones urbanas y con mejores niveles de vida que los anteriores.

No comments:

Post a Comment