Sunday, May 27, 2012

La inauguración del Ferrocarril de Sonora en Nogales


En el artículo anterior de esta serie leíamos cómo se construyó el Ferrocarril de Sonora. Estando cerca su conclusión se decidió realizar la ceremonia de inauguración el 25 de octubre de 1882. Al llegar ese día… pero mejor acudamos a la crónica de lo sucedido realizada por Agnes Cleveland Morley, una niña entonces, hija del Ingeniero constructor de la vía, Willam Randolph Morley:


“recuerdo a mi madre con sus voluminosas faldas de seda y un pequeño sombrero adornado con flores…. Todos se encuentran a bordo. La locomotora está adornada desde el vagón del carbón hasta la chimenea que tiene forma de hongo con listones color rojo, blanco y azul. Pequeñas banderas estadounidenses se mueven con la brisa. Lentamente, tañendo las campanas y lanzando silbatazos, el tren llega a campo abierto y se detiene. Todos se amontonan al salir de sus carros. Allí, frente a nosotros, a unos pasos se encuentra otra locomotora que encabeza a otra hilera de carros de los que igualmente desciende la gente. Este otro tren también se encuentra adornado, aunque con el rojo, blanco y verde, que son los colores nacionales del Viejo México.  Veo a mi padre pero apenas lo reconozco. Viste un largo frac y un sombrero de copa alta hecho de seda con los que no se ve natural ni a gusto, lo rodean otros hombres que igualmente usan sombreros de copa alta y bastones… Los trabajadores han colocado un durmiente pulido, de caoba, que se ve distinto a los demás, sus amigos plebeyos. 


La clavija mencionada en el texto
Un trabajador trae consigo un marrito con cabeza de hule y otro una cajita de palo de rosa. Los hombres empiezan a pronunciar discursos … luego la gente da un paso atrás mientras que mi madre da un paso hacia adelante. De la cajita de palo de rosa, un caballero toma una clavija de plata que lleva una plaquita de oro en la que se han inscrito datos apropiados para la ocasión. La clavija es colocada en un agujero que ya ha sido perforado en el durmiente de caoba y mi madre le da el último golpe femenino para que la clavija final del ferrocarril Nogales-Guaymas quede clavada. Luego las dos locomotoras se aproximan más, y cuando ambas se tocan, surge un grito de la multitud mientras que la esposa de un dignatario mexicano rompe una botella de champagne sobre la unión.”

Prof. Enrique Quijada
Y hasta aquí la crónica de la ceremonia según la recordaría la hija del Ingeniero constructor del Ferrocarril de Sonora, aunque al acudir a otras fuentes de información de la época encontramos además que representando a México en ese acto estuvo el profesor Enrique Quijada, un historiador y poeta sonorense de renombre nacional. Seguramente, aunque su discurso se ha perdido para la historia, éste debió ser muy interesante.   El administrador de la Aduana, Jacobo Andonaegui, posiblemente no estuvo en esa ceremonia ya que unos días antes había sido cambiado a Baja California.

Además del discurso del Profesor Quijada, otro más fue leído en ambos idiomas y que había sido enviado por el Gobernador del Territorio de Arizona, Frederick Trittle, en el que congratulaba a los habitantes de la región, ya que gracias al ferrocarril se celebraba, decía, “que el océano ha contraído matrimonio con las llanuras, y que esta unión que ha sido efectuada de una manera tan completa produzca sus frutos adecuados: amistades cementadas, un enorme comercio e incremento de riquezas.” Y después, habiendo concluido la ceremonia, los 75 asistentes a la inauguración subieron nuevamente a sus trenes para acudir a un banquete que se realizó en el recién inaugurado hotel de ladrillo de dos pisos, Santa Rita, ubicado en Calabazas, en el actual Río Rico.

Esto se debía a que para entonces Calabazas alcanzaba una población de unas 150 almas, contaba con cinco tiendas, dos salones de baile y 16 cantinas, mientras que aquí, en Nogales, no existía aún ningún edificio adecuado para el evento. Tan sólo se contaba con 18 tiendas de campaña en donde los trabajadores de la vía comían y se divertían, las que se pensaba que serían desmanteladas tras la conclusión de la construcción ferroviaria. Sin embargo, estos pronósticos fueron erróneos, ya que algunos negocios fueron conservados y aún mejorados para atender a los viajeros que, unos yendo en las líneas de diligencias y otros como pasajeros del ferrocarril, continuaron pasando por el lugar.

Cabe agregar que la nota roja del momento surgió el mismo día de la inauguración, cuando John Brickwood, dueño del bar principal del lugar, ubicado del lado estadounidense, inmediato a la frontera, en donde hoy se encuentra el monumento internacional No. 122, mató a Barry Sutton, aunque en el juicio subsecuente se dictaminó que había sido un homicidio justificado, por lo que fue declarado inocente.

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