Sunday, July 15, 2012

Las minas de Cerro Blanco, cerca de Imuris, Sonora


El artículo anterior, acerca del desarrollo de Cananea y Nacozari durante el Porfiriato, despertó el interés de algunos lectores acerca de otras minas y ferrocarriles sonorenses de los que no se sabe tanto. Así fue cómo decidí dedicar algunas de mis colaboraciones siguientes al desarrollo de la minería en Sonora. Sin embargo, antes debo explicar que los primeros ferrocarriles asociados con la minería fueron líneas de vía angosta (o sea que tenían una separación entre sus rieles menor al estándar de 1,435 milímetros). Entre sus ventajas estaba el poder construir curvas más cerradas y que los puentes y demás infraestructura eran también de menor peso, ya que el equipo era más pequeño. Además, también es necesario explicar que la minería del cobre no era entonces aún tan importante mundialmente, ya que los hilos conductores de electricidad no existían, y por lo tanto las principales minas eran de oro y plata.

En Sonora, la primera y única concesión estatal que haya habido para construir un ferrocarril fue precisamente de vía angosta, de 24 pulgadas.  Comunicaba al Ferrocarril de Sonora con Cerro Blanco al Noreste de Imuris, y de ella todavía quedan vestigios. Unos 5 kilómetros al Norte de Imuris, siguiendo la carretera rumbo a Nogales, en una milpa de por allí quedan algunas tumbas que formaron parte del panteón de la antigua estación Farrell, unión del Ferrocarril Cerro Blanco con el de Sonora. Además, cuando el viajero recorre la carretera que parte de Imuris hacia Cananea, irá viendo durante su ascenso a la sierra la antigua cama de este ferrocarril que corre paralela por la loma de la izquierda, y al llegar al puerto comprenderá que la carretera moderna sigue precisamente la ruta de ese tren angosto, y tal vez distinga en un cerro de por allí los cimientos de San Imuris. Son lugares y nombres olvidados por el tiempo, aunque alguna vez fueron lugar común entre los habitantes de la región.

La historia de los esfuerzos por desarrollar Cerro Blanco se pierde en la bruma de los tiempos; lo único que se sabe con certeza es que a finales de la década de 1880 un minero estadounidense, George Reed, adquirió un grupo de denuncios en esa región, y para desarrollarlos se asoció con James Farrell. Pasó el tiempo y tras varios años, Farrell logró interesar a un grupo de inversionistas ingleses, y el 8 de diciembre de 1889 se integró la compañía  “Imuris Mining Limited,” con las minas San José, Ophir, Sheba y San Imuris, y para capitalizarla se emitieron 175 mil acciones, de las que Farrell conservó 58 mil.

El siguiente paso fue conseguir el permiso para construir un ferrocarril que enlazara al mineral con la vía del Ferrocarril de Sonora, y el 13 de diciembre de 1889 el Gobierno de Sonora lo otorgó. Luego, se contrató a personal para desarrollar la propiedad. Así fue cómo no de los que llegaron fue William Vincent (Guillermo Vicente) O´Daly, quien se enlazaría con una antigua familia de la región, Corella, mientras que otro fue Andrew B. Ferris, quien trazó la vía férrea, de aproximadamente 25 kilómetos de longitud y 600 metros de ascenso hasta llegar a la mina: incluía los túneles horadados en la roca que todavía puede ver el viajero que se detenga a un lado del camino, además de los puentes para salvar las cañadas, estructuras que hace mucho desaparecieron. También adquirió dos locomotoras construidas en 1890, marca Porter con los números 1176 y 1177.

Pronto, la construcción empleaba a más de 450 trabajadores, y para administrarla fue contratado el Coronel inglés F. H. Seymour. Este fue el parte aguas que cambió la suerte de la empresa. En agosto de 1890, dos trabajadores eran asesinados en el campamento y un año después otro más moría en la mina, y cuando su esposa fue informada se volvió loca y murió poco después. En 1891 otros cuatro obreros morían en un accidente más, y el descarrilamiento de un tren por ir a alta velocidad ocasionó heridas a otros tantos, lo que llevó al Gobernador del Estado, Ramón Corral, a ordenarle a Seymour que cambiara al maquinista o la obra sería cerrada. Finalmente, y para culminar la racha de mala suerte, poco antes de la inauguración de la mina, George Reed se enfrentaba con James Farrell en Nogales, Arizona; le pidió la parte que le correspondía del negocio, y cuando Farrell se negó, Reed lo mató de seis tiros para huir luego a México, donde fue capturado y entregado a las autoridades estadounidenses.

Finalmente, en junio de 1891 tanto el ferrocarril como la mina fueron inaugurados, aunque apenas un mes después empezaron a correr rumores de que no tenía el metal esperado, y menos de un año más tarde la mina se declaraba en bancarrota. Y aunque se reorganizó en 1892 como la “New Imuris Mines, Limited” aparentemente con capital japonés, para 1894 nuevamente se declaraba en quiebra y cerró definitivamente, ya que en 1896 la vía y maquinaria fueron removidos por Seymour y llevados a su nueva empresa, el ferrocarril que enlazaría Estación Torres con las minas La Colorada y Minas Prietas, tema que cubriré en otro artículo posterior.

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