Sunday, February 3, 2013

El Final de Greene en Cananea


La huelga de Cananea define el inicio del final del imperio minero de William Cornell Greene. Durante el movimiento huelguístico, el patio maderero había sido incendiado con una pérdida de $350 mil dólares, que la compañía aseguradora no cubrió. Además, la salud de Greene ya no era la de antes, las presiones emocionales y excesos le habían provocado una angina que le obligaba cada vez más a descansar.

Por otro lado, la interconexión financiera entre sus múltiples empresas debilitaban la estructura del castillo que había formado, ya que bastaba con que a una empresa le fuese mal para que todas las demás sufrieran las consecuencias. El precio del cobre era alto por entonces, lo que producía un margen de ganancias suficiente, aunque el mineral que se extraía contenía cada vez menos cobre, un promedio de 3.5% y más azufre, lo que obligaba al uso de quemadores y de una mayor capacidad reverberadora del mineral; es decir, era más caro y requería de más trabajo para producirlo, y en consecuencia se necesitaba más capital para invertir en desarrollo, aunque por otro lado, para el año fiscal que terminó en julio de 1906, de un total de 2.8 millones de dólares en ganancias producidas por la mina, apenas unos 70 mil dólares habían quedado para reinvertir en mejoramiento de la infraestructura. En otras palabras, era necesario conseguir más capital en algún lugar para realizar esas mejoras.

El error de Greene fue buscar el dinero necesario para las mejoras requeridas en la mina de Cananea con Thomas F. Cole, detrás de quien se encontraba en realidad John D. Ryan, quien el año anterior había sido Presidente de la compañía Anaconda, y ambos eran miembros del Complejo Cuprífero Amalgamado (Amalgamated Copper Complex); es decir, un rival de Greene. Así fue cómo los periódicos informaron a finales de Julio de ese 1906 que Greene se había asociado con Cole, y que juntos habían formado una nueva corporación, la Cananea Central Copper Company, a cambio de 2 millones que recibió Greene en acciones de la Cananea Central.

Posiblemente Greene calculaba que esta operación era meramente una compra de tiempo  y que podría conservar el control de la compañía, como ya le había sucedido a inicios de su carrera, mediante la ayuda de algún otro capitalista. Sin embargo, el 15 de febrero de 1907, en una sesión de accionistas de la compañía, todos los funcionarios leales a Greene fueron reemplazados por otros, leales a los recién llegados. Y aunque el precio del cobre continuó subiendo durante esos meses, ya que por ejemplo alcanzó los 25 centavos de dólar la libra en mayo, en vez de prepararse para alguna crisis financiera futura, Greene invertía su capital recién adquirido en el desarrollo de otras empresas, como minas de oro en Chihuahua, compañías madereras en el mismo Estado, y vías férreas para comunicarlas entre sí y con Sonora.

El problema surgió al ocurrir la crisis económica mundial de 1907, depresión que ocasionó el derrumbe en el precio del cobre.  La primera caída ocurrió en marzo, seguida por otras más, y para septiembre el precio de la libra de cobre llegaba a 15.5 centavos, mientras que el nuevo administrador de la mina tuvo que anunciar que para noviembre cerrarían las minas de Cananea. Además de ello, también por entonces Cole decidió romper su asociación con Greene, lo que llevó a que todos los capitalistas que podían haber invertido en Cananea huyeran, temerosos de inyectarle capital a una compañía que a cada momento se hundía en la bancarrota, y así fue cómo Greene perdió el control de los destinos de la mina de Cananea.



Greene conservaría sus ranchos ganaderos en la región Norte de Sonora y Sur de Arizona y viviría por temporadas en Cananea hasta su fallecimiento el 5 de agosto de 1911 como consecuencia de una caída de su carruaje en el poblado. Para entonces, ya la revolución mexicana había explotado, aunque todavía el movimiento que hiciera estremecer al país no había fructificado en la promulgación de una nueva Constitución, lo que sucedió estos mismos días hace noventa y seis años.

Las deliberaciones para construir esa constitución se llevarían a cabo en el teatro Iturbide, de Querétaro;  iniciaron el 1 de diciembre de 1916 (diez años después de la huelga de Cananea) para concluir las deliberaciones el 31 de enero de 1917. Y finalmente, el 5 de febrero de 1917 fue promulgada la nueva Constitución con el nombre “Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la del 5 de febrero de 1857.”

Esta constitución entraría en vigor el 1 de mayo de ese mismo año, y fue publicada ese mismo día  en el Diario Oficial de la Federación. En ella, en particular en su artículo número 123, se adoptaron la jornada de trabajo máxima de 8 horas, y el reconocimiento de la libertad de asociación de los trabajadores. Es decir, se plasmaban en papel y como obligación en México, como derechos de los trabajadores, muchos de los mismos ideales que habían sido motivo de la huelga de Cananea. Sin embargo, ésto ya no lo vio William Cornell Greene.

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