Sunday, August 19, 2012

Los ranchos del Municipio de Nogales


A todo mundo le gusta andar a caballo, ya sea recorrer velozmente los paisajes sonorenses a galope o bien a paso lento de la cabalgadura ir deteniéndose a cada oportunidad que ofrece el cambiante paisaje, pero desde siempre el caballo ha constituido uno de los mayores placeres que puede ofrecer Sonora a quien se aleje de nuestras ciudades y se sumerja en el silencio de nuestras regiones rurales. De esta tradición ecuestre de Sonora se deriva, precisamente, otro de los más importantes temas que podemos tocar acerca de la historia de nuestra entidad, aunque en este caso únicamente hablaré de la región de Nogales: sus ranchos; y es que en la historia de este municipio tuvo una importancia primordial la historia de sus ranchos antes de, durante el Porfirismo y en la época contemporánea.

Como ya sabemos, el antiguo rancho de Los Nogales de Elías, donde surgiría esta población, fue adquirido por José Elías Redondo en 1843, y comprendía una franja de unas 13,200 hectáreas que se extendía de Sur a Norte a lo largo del Arroyo Los Nogales, atravesando una frontera que aún no existía, desde el Puerto de Encinas por el Sur, hasta la cañada de Mariposa por el Norte, situada en el actual Nogales, Arizona.

Vendría después la adquisición de territorio mexicano por los Estados Unidos, y entre ellos el Tratado de la Mesilla que originalmente dividió al rancho Los Nogales en dos naciones, donde después surgirían dos poblaciones, la mexicana y la estadounidense. Y para inicios del siglo XX, cuando nadie se imaginaba que ocurriría el movimiento armado de la revolución mexicana, el municipio de Nogales, Sonora, que había sido fundado en 1884, contaba con las siguientes haciendas: sobre las márgenes del río Santa Cruz se encontraban Santa Bárbara y Buenavista, adquiridas por Manuel Mascareñas Porras a mediados de la década de 1880. Buenavista había surgido como rancho que adquiriera en 1758 la madre de Juan Bautista de Anza, Rosa Becerra Nieto, mientras que Santa Bárbara había sido establecida en 1720 por Diego Romero. Así fue cómo Manuel Mascareñas se convirtió en dueño de una superficie de 36,460 hectáreas.

Además de estas haciendas sobre el río Santa Cruz estaba también,  situada en el suroeste de Nogales, en la confluencia del arroyo Planchas de Plata con el de la Arizona,  la hacienda de La Arizona, misma que surgiera alrededor de 1740 cuando el descubrimiento de las famosísimas Planchas de Plata. Por aquel entonces era un rancho del Barón Gabriel Prudhón de Heider y Múgica, Alcalde Mayor de Sonora. Pasó el tiempo, y  en la década de 1850 o 1860, La Arizona fue adquirida por Guillermo Barnett, con una superficie de aproximadamente 50 mil hectáreas que crecería eventualmente hasta alrededor de 100 mil.

Finalmente, hacia el Sur del actual Nogales se encontraba Cíbuta, hacienda que originalmente surgiera como un rancho ganadero establecido por el misionero Jesuita, Eusebio Francisco Kino, y cuyo dueño para la época que nos ocupa, finales del siglo XIX  y principios del XX, era José Pierson, quien también poseía otras propiedades cerca de Imuris. Además de estas haciendas, el municipio de Nogales contaba con los ranchos de Agua Zarca y Destiladera, y los minerales de Promontorios, Viacrucis y Planchas de Plata.

Todas estas haciendas y ranchos del municipio eran empresas ganaderas, además de tener producción agrícola: Buenavista y Santa Bárbara se centraban antes de la revolución mexicana en la producción de pastura, cereales y vegetales, mientras que La Arizona producía principalmente frutas. Hay, por ejemplo, una noticia periodística que nos informa que en La Arizona se producían a finales del siglo XIX vegetales, pieles curtidas, jabón y fruta enlatada (3,500 latas de duraznos, 1,500 de manzanas y 200 de peras, además de una cantidad no especificada de leche condensada enlatada). Más hacia el sur, Cíbuta también producía verduras y cereales. En total, estos ranchos empleaban a unos 100 jornaleros con sueldos de $1.50 diarios, sueldos que confirmaría la revolución mexicana.

Hasta hace poco, gran parte de estas haciendas y ranchos habían sido disgregados y convertidos en ejidos como consecuencia de la revolución, aunque como resultado de las reformas al Artículo 27 de la Constitución en 1992, el agro se encuentra actualmente inmerso en un proceso de cambio en el régimen de tenencia de la tierra. De esta manera, el día de hoy, el visitante a aquellos antiguos lugares puede encontrar, junto con la posesión ejidal de la tierra, a la reserva territorial para el crecimiento urbano nogalense, al nuevamente creciente rancho ganadero o bien a la casa suburbana de alguna familia nogalense que es dueña de un pequeño pedazo de tierra en donde esa familia pasa los fines de semana trabajando la tierra, regresando al ancestral pasatiempo sonorense de arañarla para hacerla producir, o lo que es lo mismo, trabajando mientras se convive con el silencio del campo.

2 comments:

  1. Buenas tardes mi.tio abuelo tenia un rancho en Cibuta, Luis Garza Garcia,¿lo conoció?

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  2. Muchas gracias por haber compartido este poco de la historia de los ranchos de Nogales

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