Monday, January 28, 2013

El Impacto de la Huelga de Cananea


Es muchísimo, y con razón, lo que se ha publicado interpretando a la huelga de Cananea como un momento decisivo en el inicio de la Revolución Mexicana. Sin embargo, en este artículo intento adoptar otra perspectiva, ya que la huelga no significó únicamente eso, la protesta de los mineros e inicio de un movimiento revolucionario, sino que también tuvo otras implicaciones. Y es que también define en lo social, en Sonora y en México, el inicio de lo que significó el siglo XX. Es decir, define el comienzo de la atención a la difusión masiva de información sobre los fenómenos sociales y económicos, relacionados con el predominio de la prensa, y asociado con ello el impacto que ha tenido desde entonces la imagen fotográfica como prueba de lo sucedido. También marca el comienzo de la vigencia de los intereses económicos por encima de las fronteras políticas nacionales y, además, define el predominio mundial de la estadística social. Pero sobre todo, también nos habla de la creciente necesidad de que las estructuras políticas y económicas que rigen cada vez más las relaciones interhumanas adopten modelos novedosos de atención a las necesidades sociales. Son estos temas, todos, que han tenido una creciente importancia desde entonces. Veamos...
Greene exhortando a los mineros en Cananea

Cuando el Gobernador Izábal intentó hablarle a la gente de Cananea ese 3 de junio de 1906 para convencerlos de que regresaran a sus labores, de inmediato fue callado por la muchedumbre. Eso lo sabemos gracias a una fotografía y un reportaje. La primera nos anuncia ya el enorme papel que tendría la imagen inmortalizada en el celuloide para transmitir la noticia durante el siglo XX; en ella aparece Greene, arriba de su auto, extendiendo su brazo, dirigiéndose en Español a la multitud que, atenta, escucha sus palabras y, a sus espaldas, al fondo y como mudos encuadradores del abuso, se puede apreciar a una hilera de guardias estadounidenses armados que defienden las propiedades de la compañía. Además,  al centro de la imagen  vemos a un despechado gobernador Izábal que no sabe qué  hacer. Su discurso ha fracasado. Había intentado dirigirse a la multitud antes que Greene, amonestándola, diciéndole que “la muerte y robo no tendrán lugar en este lugar mientras yo sea gobernador” aunque su receta política era anacrónica ya que no respondía a las circunstancias del momento, por lo que fue interrumpido constantemente por las peticiones de justicia social que brotaban en tumulto de la gente, ante lo que no le quedó más que callar y sentarse nuevamente.

Cita del periódico Bisbee Review
Luego le tocó su turno a Greene quien, según una crónica de la huelga escrita por un periodista estadounidense, W. B. Kelly del Bisbee Review,  les dijo a los mineros que era imposible  pagarles más: “un hombre no puede recibir más de lo que hace. No les puedo pagar cinco dólares. Los ingresos de la mina no lo permiten,” cuestionamiento que el mismo reportero respondió públicamente en su artículo, mostrando cierta simpatía con el movimiento: “Algunas veces, la gente se burlaba de lo que se les decía” y agrega  lo que escuchó a un minero decirle a otro: “Sí. Todo eso es cierto, pero ¿porqué la compañía no les paga a los mineros mexicanos lo mismo que les paga a los americanos?” Es decir, también el argumento de Greene era obsoleto ya que no intentó siquiera responder a la discriminación racial.

Pero además, la petición de los mineros debe ser entendida bajo su situación económica: entre 1900 y 1910 el peso perdió la mitad de su poder adquisitivo al mismo tiempo que el costo de la vida saltó el 200%.  A ello debemos agregarle el papel monopólico de la compañía en Cananea, y que sus dependencias en vez de constituir un colchón social contra la crisis económica se habían convertido en una herramienta para incrementar los ingresos de la minera: la tienda de raya proporcionaba entre el 30 y el 40% de ganancias sobre el costo de los productos, y ese año de 1906 la compañía rentaba 570 lotes de terreno junto con los servicios de abastecimiento de agua a 746 jefes de familia, en $3 mensuales. Pues bien, el mismo mes de la huelga se reportó que la deuda de los cananenses al Banco de Cananea era de más de $47,700, además de otros $5,000 de renta de lotes de la ciudad. Esta estadística nos proporciona  una imagen mental de lo que sucedía en el panorama socioeconómico del Cananea de entonces.

Pero además, de inmediato después de la huelga, Greene se dispuso a atacar la que consideraba su fuente, en vez de apelar a la conciliación. Hizo correr la voz que ya se sabía quiénes eran los huelguistas y que serían arrestados cuando intentaran regresar a sus labores; además envió al comandante de su policía particular, de apellido Rowan, a St. Louis, Missouri, a infiltrarse en el Partido Liberal, mientras que en septiembre, Albert Fall, por entonces abogado de Greene y quien llegaría a ser Senador de los Estados Unidos y Secretario del Interior,  le escribió al Presidente Woodrow Wilson una carta en la que decía: “la semana pasada, Greene realizó pasos para poner fuera de funcionamiento la oficina en St. Louis del periódico anarquista que se publica allí,” Por eso fue que ya durante el juicio contra los Flores Magón en San Antonio, en enero de 1907, los periódicos reportaron, hoy sabemos erróneamente, que algunos documentos capturados indicaban que Cananea había sido seleccionada como punto de inicio para la revolución en México.

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