Sunday, August 18, 2013

La frontera nogalense durante la revolución

Ya vimos en esta serie de artículos que escribo, dedicados al 95 aniversario de la gesta heroica del 27 de agosto, cómo se desarrolló la región fronteriza de Nogales durante el porfiriato.  Ahora cubriré cómo era Nogales al iniciar la revolución mexicana, un poblado que se extendía, a lo largo de la cañada, hasta la entrada de la actual Cañada Héroes.

La Calle Internacional de Nogales
Por entonces no había ninguna restricción al cruce de la frontera. Las únicas mnifestaciones visibles que había una frontera internacional allí eran lo ancho de la Calle Internacional, por un lado, y la existencia de varios monumentos internacionales a lo largo de la línea fronteriza, de los que el número 122 destacaba por entonces (éste se encuentra en el centro mismo de la foto a la derecha, en donde Sonora está a la izquierda y  Arizona a la derecha). Y un poco más allá, a un lado de la vía férrea que como hoy, también entonces cruzaba la frontera, la estación del ferrocarril de Sonora (son los edificios obscuros en el centro de la fotografía, uno a cada lado de la misma y que, por cierto, se puede apreciar un ferrocarril que va cruzando la frontera), y más al Sur el edificio de la aduana (apenas se distingue una pequeña cúpula en la imagen), y enseguida de éste, hacia el Norte, la Plaza 13 de Julio con su quiosco (la pequeña zona arbolada a la izquierda de la imagen). Al poniente de la plaza, las distintas residencias de la élite nogalense de entonces se extendían a lo largo de la Calle Pesqueira, mientras que junto a la frontera estaba la residencia del principal agente aduanal nogalense, Próspero Sandoval.

Por otro lado, la calle comercial de Nogales era entonces la Elías, que en Arizona se convierte en Morley después de pasar uno a un lado del Monumento Internacional 122. En la Calle Elías podían encontrarse desde restaurantes como el Cazabón (un edificio que aún existe y cuya fotografía aparece a la izquierda), que ofrecía a los comensales ostiones que recibía diariamente por ferrocarril desde Guaymas, o bien hoteles como el Escobosa, situado en el extremo Norte de la Calle Elías, al Sur del Monumento 122 y frente al edificio del Cazabón, o bien tiendas como la de Lelevier, en donde se ofrecían los mejores artículos de vestir europeos.

Ese fue el escenario bajo el que se desarrolló la revolución mexicana cuyo primer periodo, el maderismo, no tuvo repercusiones locales. Las complicaciones surgieron después del cuartelazo de Huerta y del asesinato de Madero.

Seguiría el pronunciamiento de Venustiano Carranza y, aquí en Sonora, el levantamiento de las fuerzas de Alvaro Obregón que escogió a Nogales para realizar su primera acción de armas con la toma de esta población, y de esa manera convirtió a Nogales en la base inicial del movimiento revolucionario.

Vendrían después las pugnas entre Plutarco Elías Calles y el gobernador con licencia, José María Maytorena, las que llevaron a una reunión el 28 de julio de ese año de 1913 aquí en Nogales, entre las distintas facciones, aunque sin ningún avance. Pero otorguémosle la voz a Don José Vasconcelos, uno de los grandes filósofos de América, quien visitó a esta población por entonces:

“Llegamos a Nogales horas después de la Junta que absolvió a Maytorena de los cargos de sus enemigos y lo confirmó en el mando. Para asistir a dicha Junta, habían venido desde el sur a Nogales, muchos jefes. Entre todos, el que más pesaba era Obregón. A tal punto, que bastó con que él asumiera la defensa del Gobernador para que la discusión terminase y se disolviese la Asamblea al grito de ¡Viva Maytorena! … En Nogales me tocó alojarme en la misma alcoba con Miguel Alessio Robles.”

El edificio de este hospedaje compartido por Vasconcelos fue el hotel Escobosa, una construcción de piedra de dos niveles edificado a finales del Porfirismo y por lo tanto con sabor francés que, afortunadamente, continúa en pie, aunque dedicado a otros fines. Pero regresemos con Vasconcelos:

“Nos despertaron de mañana las cornetas de una compañía de yaquis que pernoctaba en los bajos del hotel. La impresión fue magnífica. Ya no éramos los perseguidos que despiertan sobresaltados. La fuerza que tocaba dianas estaba al servicio de la justicia y amparaba a los hombres honrados… la noche anterior, había llegado tarde y no ví nada del pueblo. En vano buscaba las nogaleras que sin duda le habían dado nombre. Apenas uno que otro árbol en calles apartadas y el centro una fealdad sin alivio, casas pequeñas, de ladrillo, interiores sórdidos, polvo en todas partes, descuido, y no por pobreza, por incultura.”

Pasaron nuevamente los meses y Don Venustiano Carranza también escogería a Nogales como base de operaciones del movimiento armado, y llegó a esta frontera a finales de ese año de 1913. Pero otorguémosle ahora la palabra a Martin Luis Guzman, quien nos ofrece una crónica del Nogales de entonces:

Martín Luis Guzmán
“Ya había anochecido cuando Alberto J. Pani y yo llegamos a Nogales. En la estación –feo cobertizo semejante a los que acabábamos de ver en el largo trayecto arizonense, sólo que aquí con la peculiar pátina mexicana- nos esperaban varios amigos y amigos de amigos… atravesamos una calle y caminamos un tramo de otra: ya estábamos en el hotel. La puerta daba a un pasillo que se convertía, por el fondo, en escalera… Una figura conocida apareció en lo alto y se mantuvo allá… era Isidro Fabela... se fueron abriendo las puertas de los cuartos y empezaron a salir por ellas hombres de la Revolución: salió Adolfo de la Huerta; salió Lucio Blanco; salieron Ramón Puente, Salvador Martínez Alomía, Miguel Alessio Robles y otros muchos…”

Después de dejar sus cosas y arreglarse en el Hotel Escobosa, los viajeros fueron a hablar con Carranza, al cercano edificio de la Presidencia Municipal, que se encontraba situado entonces en la esquina de Campillo y Juárez y frente al de la Aduana. Ese era el Nogales donde inició la revolución mexicana, a unos pasos del Monumento Internacional número 122.

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