Tuesday, August 27, 2013

El 95 aniversario del 27 de Agosto

Ya vimos en el artículo anterior cómo el incidente armado que culminó el 27 de Agosto de 1918 no fue un hecho aislado, sino que tuvo sus antecedentes en la revolución mexicana, en las medidas adoptadas por los Estados Unidos frente a ésta, y en el panorama mundial, cuando el petróleo entraba al escenario mundial como principal energético del globo.

En este otro artículo veremos los sucesos de esa fecha en sí. Es la tarde del martes 27 de agosto, se encuentran haciendo guardia del lado estadounidense el celador A G Barber,  el militar William A Tucker, y el soldado William H Klint, de los asignados al cuidado de la línea divisoria, está un poco más al sur, ya casi sobre la frontera, mientras que del lado mexicano están de guardia los celadores Francisco Gallegos, Andrés Ceceña y Alfredo Galván. Tucker está sentado en una silla, platicando con Barber y secándose el sudor de la nuca, cuando ven acercarse a un mexicano que se dirige hacia México caminando entre las dos vías del ferrocarril. Creen ver que debajo de la camisa blanca oculta algo y Barber le ordena detenerse tres veces, en español, aunque el mexicano no obedece.

Enseguida se levanta Tucker para asistir al celador y éste saca su pistola y le vuelve a ordenar hacer alto. Al ver la conmoción, se aproximan los celadores mexicanos, quienes le dicen que no se detenga. Tucker desenfunda entonces también su pistola y le grita al mexicano en inglés, ya que no sabe español: “¡Si cruzas esa línea va a haber otra cara más en el infierno!” Al escuchar eso, el mexicano se detiene y le dice a Barber: “Ahorita vuelvo” mientras que el guardia que se encuentra sobre la frontera presenta armas y con el rifle trata de cortarle el paso.

Y aquí las versiones difieren: mientras la estadounidense dice que Gallegos le dispara al guardia, hiriéndole, la mexicana dice que fue el soldado estadounidense quien disparó primero sobre el mexicano, que se llamaba Zeferino Gil Lamadrid, errando el tiro y que después Gallegos disparó sobre el soldado. De cualquier manera, Tucker le dispara al celador mexicano con su revólver. No se sabe si le mató en el acto, ya que mientras unos dicen que murió allí, otros sostienen que sólo fue herido y murió después. También durante este intercambio es muerto Ceceña, además del conserje del Ayuntamiento, José María Célis.

Después de minutos de calma, llegan refuerzos estadounidenses, entre ellos el Cap. Robert J. Mashburn, Comandante del 35° Batallón, quien al mando de unos 200 soldados de color se dirige al oeste de Nogales, ordena colocar una ametralladora arriba del cerro de la Crawford, y envía al Cap. Joseph D. Hungerford a que cruce la frontera y se apodere del cerro de la Calle Elías para controlar desde allí el centro de Nogales, Sonora.

En el asalto del lado este de la población es muerto Hungerford, aunque los soldados continúan su avance por ese lado del poblado. Además, inmediato a la frontera, el Cap. Roy Morledge al mando de la tropa A del 10 de caballería se apodera de los hoteles  Abadie y Escoboza,  desde donde los soldados empiezan a dispararles a los mexicanos.

Al escuchar el estruendo, el presidente municipal de Nogales, Félix B. Peñaloza, sale del Callejón situado entre la Calle Elías y la vía férrea, intentando ponerle alto a la violencia, y cuando se asoma para hablarles a un grupo que está parapetado frente al consultorio del Dr. Priego es alcanzado por un disparo, quedando tirado en la banqueta hasta que “algunos vecinos consiguieron, por medio de cuerdas, y amparados por la esquina atraerlo al callejón antes citado metiéndolo en la Botica del Dr. Priego”. Ya adentro, el médico lo empieza a curar, mientras que Peñaloza permanece consciente y, según declarará después el Dr. Priego, le dice al doctor que “no vaciló en exponerse a una muerte segura pero en su calidad de Presidente Municipal creyó cumplir con su deber, según él mismo me lo manifestó cuando ya estaba herido”. 

Mientras, el Comandante de la Guarnición de Nogales, Son., Cap. Adalberto J. Abasolo, no permite que sus soldados participen en la lucha, aunque reparte rifles a los civiles que acuden al cuartel por la Calle Campillo. Además, donde actualmente se encuentra la Plaza Hidalgo hay estacionado un tren con soldados yaquis, quienes al oír los disparos acuden a ayudar, dirigidos por el Tte. Cor. Enrique Buelna, y suben el cerro situado al este de Nogales con soldados de caballería a desalojar a los estadounidenses. Así se generaliza el combate en la zona aledaña a la frontera.

Al aproximarse la noche se ordena el cese al fuego y la tarde del día siguiente se entrevistan el Gobernador Calles y el Comandante Cabell; acuerdan reabrir el cruce de la frontera por el resto del día y cerrarla nuevamente a las 6 PM. Esa noche del 28 ocurren algunas violaciones al cese al fuego, por lo que se ordena la ley marcial del lado sonorense. Un día después seguirá otra conferencia entre ambos generales, en la que se ordena realizar sendas investigaciones sobre lo ocurrido.

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