Tuesday, March 5, 2013

Cananea durante la Primera Guerra Mundial


Después de la derrota final en Sonora del General Francisco Villa por los Constitucionalistas, muchos creyeron que la paz y el progreso regresarían a Cananea, aunque no fue así. La inestabilidad social ocasionada por la revolución continuaría ejerciendo su presión sobre la región y a ella se le unirían las consecuencias regionales de la Primera Guerra Mundial.

La compañía minera de Cananea argumentaba que después de la partida de los villistas las instalaciones mineras habían quedado “en un muy mal estado” y valuaron en un total de poco más de $233 mil dólares las pérdidas ocasionadas por la ocupación. Pero eso no era todo, para 1917 se dejaron caducar 7,702 denuncios mineros en la región y poco después el gobierno de México ordenaba que se cerrara la mina hasta que fueran pagados poco más de un millón de dólares en impuestos vencidos. Una nueva receta de relaciones económicas entre un país que descubría su nacionalismo y el capital foráneo estaba naciendo.

Columbus, Nuevo Mexico, después del ataque 
Empezando 1916, Villa atacaría Columbus, Nuevo México, lo que llevó a la incursión de la Expedición Punitiva, un ejército que, al mando del Gral. John Pershing, penetró por Chihuahua a México intentando atraparlo, aunque sin éxito. Y mientras ésto sucedía, Estados Unidos se preparaba para el papel preponderante mundial que tendría durante el siglo XX, y entre sus medidas para intentar lograr un mayor control sobre sus fronteras estuvo  el establecimiento de los pasaportes en diciembre de 1917.

Los mineros siendo deportados de Bisbee
Para entonces había hecho crisis también en Arizona el movimiento de los mineros;  en junio de ese 1917 miles de mineros abandonaron sus trabajos en las minas de la Compañía Copper Queen cerca de Bisbee, en lo que la prensa y opinión pública estadounidenses consideraron como un acto de deslealtad patriótica ya que se detenía la producción estadounidense de cobre precisamente en el momento cuando éste era más necesitado para producir municiones para la Primera Guerra Mundial. Para oponerse al grupo sindical minero, Trabajadores Industriales del Mundo (Industrial Workers of the World), que era visto como socialista, se formaron en Bisbee la Liga de Protección a los Trabajadores formada por hombres de negocios de Bisbee, y la Liga de Lealtad de los Trabajadores integrada a su vez por mineros que no participaban en la huelga, ambos para combatir a los huelguistas.

La deportación de los mineros de Bisbee en 1917
Así fue cómo el amanecer del 12 de julio de 1917, al amparo de los silbatos de la mina Copper Queen de Bisbee que los llamaba a unirse, dos mil hombres se reunieron con cientos de policías locales y, encabezados todos por el Presidente de la Phelps Dodge, Walter Douglas, se dedicaron a reunuir mineros huelguistas.

Unos 1,200 fueron puestos bajo custodia armada en el estadio de beisbol para ser después subidos a carros de ferrocarril que los expulsaron del Estado de Arizona, y en el pueblo de Hermanas, Nuevo México, cerca de Columbus, pueblo que el año anterior había sido atacado por fuerzas villistas, fueron desembarcados y abandonados después de amenazarlos que no intentaran regresar a Arizona.

Los vagones llenos de gente, listos para ser deportados
La mayoría de este grupo de mineros eran mexicanos quienes, a los ojos de los arizonenses, según diría el Sheriff Harry Wheeler “muchos de estos huelguistas eran villistas que habían obligado a cerrar la mina de Cananea,” además que toda la región fronteriza se llenó de falsos rumores de villistas armados que merodeaban la región aledaña a Cananea. El espectro de la huelga de Cananea todavía vivía en la mentalidad de los arizonenses del Sur de ese Estado.

Pero ésto no fue todo, ya que al concluir la I Guerra Mundial el precio del cobre empezó a caer. Para 1920 ya no había quien lo comprara aún a precios por debajo del mercado. Si bien Greene  había dicho que “podía poner cobre en Nueva York por menos de 9 centavos por libra”, sus costos reales de producción se habían aproximado  al doble de ese precio, aunque para la década de 1920 su costo de producción había sido reducido a poco más de 13 centavos, y aún así nadie compraba el metal. Todo esto forzó a que la mina de Cananea cesara operaciones en 1921.

Al ser cerrada la mina, durante esos años posbélicos Cananea quedó abandonado, y al resumir  operaciones fue necesario que la compañía contratara trabajadores de otras regiones del Estado. El procedimiento  que siguió para contratarlos nuevamente, en voz del historiador Samuel Truett: “se apoyó en oficiales locales que funcionaban como contratistas… Mientras, las élites regionales se aprovecharon de las dificultades  para disciplinar a los trabajadores… administrando a sus compatriotas para favorecer su propia ventaja económica. Así fue como las compañías de cobre surgieron del otro lado de la revolución mexicana aún más fuertes que nunca, aunque todavía tenían que reconciliar sus sueños de control con las redes locales de poder, arraigadas aún más allá de las miradas del Estado o de la corporación.” 

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